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lunes, 18 de septiembre de 2023

PÉRDIDA DE PESO PARA LA MENTE de STUART WILDE









CAPÍTULO 2

CONTRADICCIÓN Y EXPECTATIVA















Hay un triple beneficio cuando entiendes cómo te afectan estas contradicciones de la vida.

Primero, puedes eliminar algunas inmediatamente.

Segundo, puedes diseñar tu vida de modo que evites la mayoría de ellas.

Tercero, puedes desarrollar herramientas que te permitan aceptar, sin emoción, aquellas
contradicciones que no puedes evitar.

Haciendo estas tres cosas, vuelves a tu divino estado natural: sereno, feliz y entretenido por la
maravilla y la gracia de este extraño regalo que llamamos vida.

¿Cómo nacen estas contradicciones?

En su mayoría son inherentes a nuestra programación. La personalidad humana existe en un extraño ciber espacio, flotando sobre el suelo a unos 150 ó 180 cm, o ligeramente más, atrapada en tierra de nadie, en algún lugar en el cerebro.

Extraño, verdad? Nosotros creemos que estamos aquí. De hecho, ¡somos un planeador sin tren de aterrizaje!. La personalidad humana realmente no aterriza nunca. Incluso si estás vertical sobre tu cabeza, tu personalidad está aún en algún lugar más allá del grosor de tu cráneo sobre el suelo. Esto provoca una incómoda contradicción.

Tu personalidad tiene que usar el cuerpo como vínculo entre el ciber espacio infinito en el cual reside, y la dimensión terrestre de la que surgen sus experiencias.

El cuerpo es finito. La muerte es la extrema contradicción final. Es natural, por ello, que la mayoría de la gente se sienta un poco insegura y temerosa.

La vida, para muchos, es un fútil intento de llegar a sentirse seguros en una dimensión que es 
intrínsecamente insegura. La gente lucha constantemente contra eso, en vez de aceptar lo extraño de las lecciones humanas como una cosa hermosa. Dios debe tener un maravilloso sentido del humor, las contradicciones de la vida son imponentes, divertidas y muy interesantes. Me resultan heroicas.

• Tenemos que abrazar el infinito dentro de un cuerpo mortal.

• Tenemos que creer en un Dios que no podemos ver.

• Tenemos que aprender a amar en una dimensión donde hay tanto odio.

• Tenemos que ver abundancia cuando la gente habla constantemente de escasez y carencia.

• Tenemos que descubrir la libertad donde el control es la religión estatal.

• Tenemos que desarrollar autoestima mientras la gente nos critica y nos empequeñece.

• Tenemos que ver belleza donde hay fealdad.

• Tenemos que adoptar actitudes positivas cuando estamos rodeados de incertidumbre.

• Tenemos que sentirnos seguros a pesar de nuestras preocupaciones.



Sí, el heroísmo de nuestra condición es adorable.

La trascendencia no es más que aprender a aceptar las contradicciones de la vida sin ofrecer
resistencia.

Aceptar estas contradicciones no es algo natural para nosotros. De hecho, de niños nos enseñaron a resistir. Así, por ejemplo, cuando eras niño fuiste programado para creer que estar mojado y frío era una experiencia negativa. Si tu madre te dejó alguna vez bajo la lluvia, probablemente reaccionaste emocionalmente y lloraste. Ahora, como adulto, puede que tengas la misma reacción negativa programada a estar mojado. A su alrededor giran todas las variables: La lluvia arruina tu ropa y tu peinado, la lluvia es incómoda cuando te cae por el cuello, la lluvia es fría, el frío te enfermará, etc. etc.
En consecuencia, una masa de energía en tu mente dice: Tenemos que estar calentitos y confortables para sentirnos positivos, felices y seguros. Entonces aparece la lluvia. Ahora diluvia
y estás a kilómetros de un refugio. De repente, las circunstancias, el frío y la humedad, contradicen tu opinión o deseo.

Ahora, dos masas han establecido una relación en tu mente, cada una atrae a la otra. La emoción  negativa fluye desde la contradicción generada por la lluvia fría. Pero, ¿es la lluvia la que es negativa?, ¿No será tu reacción a la lluvia la que causa la contradicción?. El agua cayendo de arriba no tiene cualidad implícita, negativa o positiva. Cuando te duchaste esta mañana no te quejaste ni aullaste.
¡Ah! Pero era agua caliente.
Así que es la temperatura del agua lo que te molesta ¿no?
Precisamente.
Pero ¿Qué pasa si aceptas que el agua fría es parte de la vida?. A veces llueve. Puedes enfadarte y resistirte, o puedes relajarte y hacer lluvia, como yo le llamo. Las circunstancias no han cambiado, tu reacción, sí. Tan pronto como estás de acuerdo en hacer lluvia y dejas de resistir, la lluvia se vuelve más cálida y confortable gradualmente. Finalmente, puedes hacer lluvia indefinidamente e incluso disfrutarlo.
Si nunca has hecho lluvia, prueba esto: Saca tus mejores vestidos, incluidos tus zapatos caros, y espera. Cuando empiece a llover, vístete y sal a pasear calmadamente, cabeza alta. Sin inmutarte. No tengas opinión, sigue caminando, ama la lluvia, acéptala, hazla tu amiga. Al final tu resistencia caerá a cero. La lluvia desaparece en tu mente de todos modos. Mientras haces lluvia puedes divertirte viendo como otros no hacen lluvia. Hay un rato de diversión en ello. 
Si no puedes obligarte a hacer lluvia inmediatamente, por lo menos haz que el ego, regularmente, haga cosas que le contradigan. Empieza con poco. Toma duchas de agua fría.
Regala tu abrigo; usa menos ropa.
Deja de hablar del clima también. No comentes sobre sus condiciones, sólo experiméntalas.
Después de todo, cuando la gente dice que hace frío ¿Qué quieren decir?. Indican que hace más frío que sus expectativas. En efecto, no hay calor ni frío, solamente la temperatura a veces sube o baja. Todas las circunstancias de la vida, así como la lluvia, son neutrales. La vida no tiene más cualidad negativa o positiva que las etiquetas que le ponemos. No lo olvides nunca.

Incluso la muerte es neutral. No tenemos modo de saber cómo reaccionaremos ante ella. Quizás la vida es realmente de baja calidad comparada con la muerte. La angustia, mucho ruido y pocas nueces que sufrimos, son probablemente para nada. Tengo la secreta sospecha de que graduarse del plano terrestre puede ser algo muy a celebrar.

Es la expectativa programada la que nos enfada y causa dolor. No las circunstancias. Las expectativas hacen posible las contradicciones.
Sí, esperamos lo mejor, pero debemos aprender a no reaccionar cuando no conseguimos lo que  queremos. Si eres diligente y te concentras y tomas la acción correcta, probablemente en la mayoría de los casos obtendrás el mejor resultado. Pero debes amar la vida y aceptarla cuando no marcha a tu manera.

Sé heroico, conviértete en un guerrero. Cuando afrontes una situación adversa, no reacciones, sólo acéptalo. Actúa con calma. Actúa con poder. Sino sabes qué hacer inmediatamente, no hagas nada, espera hasta que la respuesta venga a ti.

Sé maduro y aparta la emoción de las situaciones. Actúa con la mayor determinación posible dada la situación. Puedes entrenar fácilmente a tu personalidad para que haga vida en vez de luchar con ella. No seas un cobarde auto indulgente. Acéptalo, a veces la vida no es confortable, ni segura, ni esta garantizada.

¡Es tan simple!. Son nuestras tontas expectativas y la auto importancia del ego las que demandan que las cosas han de ser de un modo y no de otro. Eso es lo que nos causa todo el dolor, no la vida en sí misma.

La vida es en gran parte cosa de ir adivinando. Generalmente acertarás, bueno, más o menos; otras veces te equivocas. Cuando te equivoques, no reacciones, ama tus errores y no te maltrates.

¡Eh! Pensaste que había suficiente gasolina en el coche pero no era así, por tanto ahora estás “haciendo camino”. Pues así es. Sólo camina.

REFLEXIÓN.

Las circunstancias de la vida no tienen cualidad alguna, ni negativa, ni positiva. Son neutrales. No las resistas, incluso aquellas que te asustan tontamente. Cuando te enfrentes con la adversidad, compra la solución, no la emoción. Enseña esto a los demás...



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domingo, 9 de abril de 2023

UN RITO PARA SACRALIZAR EL DIA de JOSÉ MARÍA DORIA










¿Llegó la hora de parar las prisas mañaneras, y mirar al Sol naciente que alimenta al alma? 

¿Cinco minutos al día para hacer crecer dentro, aquello que la mirada enfoca?

¿Acaso las estrellas del cielo son propiedad de alguna religión o sistema de creencias? 


Un rito para sacralizar el día 

El hecho de detenerse a mirar al Sol cuando nace en el horizonte, es un poderoso acto de oración silenciosa. Observar como el disco radiante, comienza a salir en el horizonte, supone un comienzo consciente del día, comienzo que convierte en sagrado lo que puede vivirse como adormecedora rutina. ¿Qué impide detenerse unos minutos mirando al Sol para cultivar la Presencia y celebrar el ahora? 

¿Celebrar qué? 

Celebrar la consciencia del nuevo día que comienza. Celebrar la luz y el calor que derrama vida allí donde llega. Celebrar la vida que cada sagrado fotón, en su propio ser porta. Celebrar la apertura del entrecejo, al tiempo que el disco solar penetra en el interior de nuestra cabeza. Celebrar como se expande nuestro pecho, al tiempo que irradia un amor sin fronteras. Celebrar que saludamos a la energía luz que somos, energía que conforma nuestra esencia. 

Cada mañana de nuestra vida, saludemos a la luz, tanto si desde donde estamos, vemos un lejano horizonte o bien la pared cercana de una casa. Procedamos unos minutos a respirar conscientes, aunque sea mirando por la ventana el trozo de cielo que asoma. Son momentos de saludo a ese Sol que, directo o escondido tras las nubes, permanece inafectado y radiante al igual que la luz que somos en nuestra morada interna. Una verdad transmitida por el conocido saludo nepalí: “Namasté”, saludo tan cotidiano como nuestro occidental “Hola” o “Adiós”, que literalmente dice: “Saludo a la Luz que en ti habita”

Cuando dejando funcionalismos prácticos y prisas cotidianas, saludamos a la luz de la mañana, y dedicamos un espacio de atención sagrada, no solo abrimos la jornada despertando a la consciencia, sino que además reconocemos la Luz que iluminará el túnel final de nuestra travesía en la Tierra. En realidad intuimos que esa Luz, día tras día contemplada, se ha instalado en nuestras neuronas, y al igual que un faro, iluminará la oscuridad del tránsito hacia ese reino último, reino aún más luminoso que todos los soles de la galaxia. 

Los rayos ultravioleta que emite el Sol en los primeros momentos del día, no solo no hieren la pupila humana que los enfoca, sino que además bañan nuestras células de radiación benéfica, radiación que enciende sutilezas de confianza y expansión en nuestra alma. 

¿Y qué hacer antes de ir a dormir? 

Para abrir la otra puerta e iluminar el sueño, será bueno no irse a la cama sin asomarnos unos instantes y contemplar el cielo, unos instantes en los que al mirar el manto de la noche, y las estrellas que lo adornan. Son momentos de dar las gracias por lo sucedido en la jornada. Dar las gracias por todos los acontecimientos del día que nuestra mente capitula. Pronto nos daremos cuenta de que aunque el día vivido parezca no haber sido de los “buenos”, brotarán insospechados registros de la jornada que también merecerán nuestra gratitud a la luz de la consciencia. 

El hecho de hablar con el Universo acerca del nivel de esperanza que late en nuestra noche, es algo tan sanador que nos abre a dimensiones sutiles en las que saciar la sed de nuestra alma. Compartir con las estrellas nuestro sentir, hacerlas cómplices de nuestros temores y anhelos, y en definitiva, expresar en palabras lo que en nuestro corazón pasa, supone abrirnos a la intuición y despertar canales translógicos de incondicionada confianza. 

Observaremos que tras pronunciar lo que hay muy dentro de nuestra casa, se desencadenarán oleadas de fuerza posibilitadora. Pareciera que el hecho de elevar al cielo nuestros pesares, y soltar nuestros deseos y esperanzas, nos recuerda que el universo conspira sin cesar a favor de la voluntad expresada. Sucederá que en cada noche así narrada, no solo vaciaremos nuestra mente de un equipaje emocional que a menudo pesa, sino que además haremos un rito por el que reconocer la escucha de una inteligencia mayor que la de nuestra pequeña realidad del nivel persona. 

Sabemos que la oración no es otra cosa que elevar el corazón hacia un algo más grande que intuimos latir tras la apariencia de los pensamientos y las formas. Un rito silencioso que cada mañana y cada noche, alimenta nuestro espíritu con una visión directa y sin creencias, tan solo con el corazón humilde y abierto que se rinde, se enfoca y contempla. 

Son tiempos de mirar lejos, mirar dentro y fuera. Miremos hacia la luz que en cada día nace, sabiendo, tal y como Einstein nombró, que la Luz no es otra cosa que el: “Cemento de Dios”, cemento sobre el que se asienta lo inefable de nuestra esencia. Miremos cada noche a las estrellas y abramos el corazón a la profundidad infinita de sus luces milenarias. Permitamos que el infinito vacío resuene en nuestro ser, y despierte la ternura de ese niño interior que como Principito, habita sorprendido tras su inocente y creadora mirada. 

¿Existe mejor “Prozac” que la elocuente escucha de las estrellas?


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