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jueves, 28 de noviembre de 2013

Qué son los Engramas


             





Cada experiencia que has vivido en tu pasado ha dejado una huella y un registro en la memoria de tu cuerpo y tu mente, una grabación, una auténtica “programación”. La psicología ha denominado “engrama” a esa huella grabada en el cuerpo-mente, especialmente en el inconsciente, y el hinduismo los llama “sanskaras”. Cada engrama actúa como un chip, un verdadero programa que desde el sistema de registro o disco duro de tu inconsciente te dice cómo has de comportarte, cómo debes pensar, sentir e incluso reaccionar en cada situación. Si un niño de dos años se pilla los dedos con una puerta, en su mente quedará grabado el engrama “puerta = dolor”, y en el futuro cada vez que vea una puerta, sin saberlo le tendrá miedo, porque la grabación le dice que las puertas producen dolor. Si una mujer vive su primera experiencia con la figura del hombre como un abandono, y no hace falta que sea un novio o pareja porque puede ser el propio padre en la infancia, grabará el engrama “hombres=abandono”, y en la vida adulta esa mujer no podrá tener relaciones satisfactorias con los hombres porque hay un programa que le dice a su mente que la van a abandonar.

¿Entiendes cómo funcionan los engramas? Ellos han estado condicionándote desde la trastienda toda tu vida sin saberlo, y no lo sabes porque la mayor parte de esas programaciones se registraron en etapas tan tempranas de tu desarrollo que las has relegado al inconsciente y olvidado por completo, pero desde las profundidades muchas de ellas boicotean tu vida y tus relaciones, haciéndote la zancadilla tú mismo.

¿Para qué nos sirve saber todo eso? Pues para algo muy importante, sin duda. Te sirve para entender que si no cambias el “programa”, nunca podrás ser feliz y siempre te estarás boicoteando sin darte cuenta. Para establecer relaciones sanas y aprender a amar de verdad es imprescindible que modifiques la información de tus engramas negativos ya que si no siempre estarás dando palos de ciego. Y para cambiar el registro de tus engramas debes quitar conscientemente el componente negativo y contaminado de ese engrama o grabación y sustituirla por otro componente positivo que te dé la orden contraria a lo que había registrado. Por ejemplo, si el chip es “hombre (o mujer) = abandono”, el componente negativo aquí es “abandono”, ya que la figura del hombre o de la mujer es neutra y no implica para nada ninguna carga o connotación en sí misma, pues dependerá de la carga emocional o significado que le dé nuestra mente según lo experimentado en las experiencias del pasado de cada uno. Entonces la sustitución se basa en buscar hombres ( o mujeres ) que sean capaces de acompañarte, quedarse contigo física, afectiva o espiritualmente, mantenerse a tu lado sin abandonarte, hombres ( o mujeres ) que te proporcionen la cercanía, la proximidad, el contacto, el calor humano, el afecto y la intimidad que necesitas. Dirás: “¡Pero eso es muy difícil...!”, y ahí es donde se ve el engrama en acción. El trabajo real consiste en pedirle abiertamente a uno o varios hombres ( o mujeres ) de confianza en tu vida, a tu terapeuta o a tus verdaderos amigos y amigas, que te den esa compañía, proximidad, calor y cariño que necesita tu niño o niña interior para sentir la necesidad vital satisfecha, y sobre todo abrirte a recibirlo. Si lo haces frecuentemente y repetidamente, el componente negativo del engrama poco a poco irá siendo sustituido por el positivo, hasta que llegará un día que la programación se habrá cambiado y el nuevo engrama será “hombres ( o mujeres ) = compañía y cariño”. La transformación se ha producido, y tu mente inconsciente dejará de boicotearte dejando de atraer hombres o mujeres que te abandonan. Se trata de cambiar toda una programación o registro de información que le decía a tu personalidad el modo de comportarte en la vida y el tipo de experiencias, personas y situaciones que atraías.

Cuando ese niño que se pilló los dedos en una puerta a los dos años, ya de adulto estuvo varias veces comiéndose un bombón, escuchando a Verdi, contemplando una puesta de sol, acariciando a un gato y oliendo a rosas, cosas todas ellas que le proporcionaban mucho placer (lo contrario de dolor), llegó un momento en que el engrama se modificó y ese componente de placer acabó sustituyendo y echando fuera al componente de “dolor”. Y ese adulto-niño ya nunca más le tuvo miedo a las puertas. El trabajo consciente con los engramas es mucho más poderoso de lo que parece a simple vista, y es una herramienta curativa y transformadora muy grande. Aunque en la acción estamos aprendiendo a satisfacer nuestras necesidades básicas y carencias, en el fondo también estamos modificando los programas de nuestro disco duro y transformando las grabaciones de base que nos dicen quién somos, cómo debemos comportarnos, y qué tipo de experiencias y personas ha de haber en nuestra vida. ¡Casi nada.....!. Es ir al núcleo del núcleo, a la raíz de nuestros problemas existenciales, a la causa real de lo que no funciona en tu vida.

Los engramas son los “chips defectuosos” que arrastramos desde el pasado como traumas y conflictos sin resolver. Al igual que las experiencias positivas y de crecimiento, los engramas se graban y registran en vida en el inconsciente, y aunque olvidadas, esas experiencias vividas constituyen auténticas grabaciones y programaciones que se arrastran en forma de tendencias y patrones de creencia-actitud-comportamiento hacia la vida adulta. Cada engrama es una constelación o conjunto de recuerdos físicos, emocionales y mentales de gran carga energética, procedentes de experiencias de diversos periodos de una vida, y con un tema vital, trauma o vivencia física o emocional similar. Podemos considerarlo una “experiencia condensada”. Los engramas aparecen en el inconsciente como auténticas constelaciones vivas, dinámicas y complejas, que gobiernan nuestra vida consciente e influyen directamente en la manera en que nos percibimos a nosotros mismos, pero también en como percibimos a las demás personas, el mundo, y al modo en que pensamos, sentimos, respondemos y actuamos. Constituyen también las fuerzas dinámicas que se esconden detrás de nuestros síntomas físicos, actitudes emocionales, estados de ánimo e incluso enfermedades, así como detrás de los conflictos en nuestras relaciones y nuestros comportamientos irracionales. Aunque sean inconscientes y provengan de muy atrás, los recuerdos de los traumas físicos o emocionales contienen una carga de dolor muy fuerte, carga energética que juega un importante papel en la génesis de los trastornos emocionales y de las enfermedades psicosomáticas, las neurosis y las psicosis.

Aquellos engramas que no se resuelven se siguen arrastrando a la espera de ser traídos a la luz de la consciencia y de ser revividos e integrados, con los consecuentes efectos terapéuticos, sanadores y evolutivos que comporta el hecho de comprender las crisis personales y de transformar lo que debe ser transformado. Los acontecimientos y situaciones externas de nuestra vida activan los engramas latentes en el inconsciente, que al activarse y reestimularse hacen que nos percibamos y comportemos de forma que podamos recrear sus temas centrales en el presente, y así resolverlos. Utilizamos sin saberlo el fenómeno universal de la proyección (el mundo como espejo) para proyectar en cada situación o persona el tema pendiente con nosotros mismos, aunque muchas veces ese espejo esté un poco distorsionado por nuestros miedos, ya que nuestra percepción de nosotros mismos y del entorno físico y humano que nos rodea se distorsiona y deforma según el motivo básico del engrama emergente. Puesto que el Alma siempre desea que enfrentemos y resolvamos nuestros temas pendientes sin resolver, la tendencia del inconsciente es que un estímulo externo (o un conjunto de ellos ) active el correspondiente engrama para facilitar así la emergencia de su contenido, ya que de otra manera no se podría resolver mientras siga dormido y latente en el inconsciente, fuera de la vista. Así que si te encuentras con situaciones mundanas que no te gustan o despiertan y mueven en ti cosas desagradables, no le eches la culpa al destino y vayas de víctima, sino que con toda tu responsabilidad personal, “pon toda la carne en el asador” y asume la autoría de las lecciones evolutivas que todavía tienes pendientes, que se te presentan una vez más delante de ti para que tengas una nueva oportunidad de reconocerlas, enfrentarlas y resolverlas de una vez por todas, o por lo menos ir un paso más allá en su aprendizaje.



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