LIBROS -

jueves, 29 de febrero de 2024

HABLANDO

 







Los sentimientos son los energetizadores de nuestros pensamientos, y nuestros pensamientos son removedores de nuestros sentimientos.¿ Podemos pensar sin tener sentimientos?, observémonos….¿qué estoy sintiendo ahora que intento atrapar mis pensamientos y relacionarlos con mi sentimiento?… siento como una armonía, en el sentido de que todo esta bien, no estoy movida por la pasión a tener que sentir de ninguna manera concreta, y a la vez estoy como observando haber que voy escribiendo y como lo voy haciendo………. Es decir quiero y lo estoy haciendo, hablarme y a la vez sentir que siento mientras lo hago, y me doy cuenta que es agradable, no hay nada que me desvie hacia ningún pensamiento concreto y a la vez a ningún sentimiento que tenga que catalogar, a excepción de que mientras voy escribiendo me siento bien aunque quizás con una cierta expectativa, es una forma muy curiosa, siento expectativa de mi misma…………….. Y llegando aquí compruebo que esto que llamo espesativa lleva pegada un sentimiento, la expectativa es un tranquilo y dulce sentimiento, que no nos fuerza, que no altera, que esta como en silencio,…… a la expectativa, y ella es muy esperanzadora, pues su generosidad puede abarcarlo todo, y así poco a poco y con mucha suavidad nos vamos presentando gracias a ésta misteriosa expectativa, el pensamiento y el sentimiento.


Siempre sentimos, aunque no siempre estamos presentes en nuestros pensamientos, cuantas veces no sabemos en que estamos pensando, nos hemos acostumbrado a dejar charlotear libremente a los pensamientos, uno detrás de otro, sin sentido, sin lógica, sin estructurar y nosotros todo lo más a veces decimos, haber que estoy pensando, o que estaba yo pensando……..curioso.

Nadie nos ha enseñado a pensar, es más si alguien nos dijera cómo hemos de pensar, lo primero que haríamos sería reivindicar, que pensamos lo que queremos. Pero si sobrepasamos un poquito esa barrera que nos lleva a defendernos y pensar lo que queremos………. No nos ha de extrañar muchos sucesos comunes, como por ejemplo, la mala memoria, desorientación, cansancio, etc. Ya que no se si hacemos tanto lo que realmente queremos como si dejamos hacer y funcionar como quieran nuestros pensamientos.

Fijémonos por ejemplo, cuando llega la época de vacaciones, nos decimos vamos a planear dónde vamos a ir. Y nos ponemos a pensar donde nos gustaría ir….. otra forma de pensar puede ser, dónde puedo ir, es decir tengo estas posibilidades económicas y a partir de ahí puede escoger las posibilidades que el mercado turístico me faciliten. Pero siempre va a ser a través de mi forma de pensar, o de repensar a través de mis creencias lo que va a llevar a término en éste caso mis vacaciones. Pero hoy ni siquiera hace falta que nos planteemos dónde queremos ir, pues la publicidad se encarga de llevarnos a los lugares que supuestamente se establecen como pertinentes para la gran mayoría……. Que bien ya no hace falta que pensemos dónde queremos ir……. Quizás sería mejor decirnos, dónde nos van a llevar. Y poco a poco, entre todos y diciéndonos que todo esto contribuye a la felicidad, felicidad que otros han pensado para nosotros desde su punto de vista económico-social, que serán nuestras mejores vacaciones. Vamos dejando de pensar en nuestros proyectos personales, otros lo hacen por nosotros y además creemos que saben más pues son profesionales… etc.

Todo lo vamos comprando a la carta, es decir compramos los pensamientos que alguien tuvo en un principio en su cabeza y que luego gracias al fuego del sentimiento han sido transformados en acción, es decir han tomado la forma, en el caso anterior, de unas vacaciones. Y vamos dejando de pensar, y es igual,...…..

Imaginemos por un momento, cómo nos gustarían que fuesen nuestras vacaciones de 10 días.

Pensemos….. Primero, parto de que tengo 10 días de vacaciones, Segundo tengo y quiero tener la mochila de la ilusión llena. Tercero, dónde quiero ir. Es posible que se me planten muchas dudas, una duda importante la descartamos de entrada, es decir tenemos todo el dinero que nos hace falta y mas, por lo tanto esto no es excusa. Y nos van surgiendo dudas e indecisiones, en realidad no estoy segura si prefiero ir a la montaña o a la playa, aunque también puedo ir a un lugar que este cercano de ambas cosas, pero es que también me gustaría conocer el desierto, oh y también la Laponia, aunque ni que decir tiene que las cataratas de Iguazú me tienen enamorada, o los fiordos, o, o, o, o,……………..
Bien lo que tengo seguro es que todo el planeta no lo puedo hacer en 10 días y es por este motivo que tengo que averiguar en mi misma que es lo que más deseo visitar, y de esta forma es posible que nos vayan aflorando sentimientos los cuales nos irían llevando a distintos lugares ……….. sentimientos religiosos, a Jerusalén, sentimientos culturales a Grecia, Egipto, sentimientos de amor a Venecia, sentimientos históricos que no se han de olvidar pero si comprender y perdonar, a Alemania, sentimientos de seres y hadas maravillosos, a Laponia, sentimientos de seres inmensos y desconocidos, a Irlanda a ver las ballenas…. Sentimientos medievales, a los castillos de Escocia. Y así etc. etc. etc.
Ya nos hemos decidido en un lugar, x, cada cual el suyo. Y nos ponemos a pensar en lo fantástico que será y en aquello otro y lo demás allá, pero lo que también haremos es pensar que todo eso que creemos, no esta, no es así, no existe, vamos a x lugar y ha de ser con la ilusión de dar la bienvenida a todo lo nuevo y a todo lo conocido y sobre todo a lo distinto de lo que pensamos, porque también estamos acostumbrados a pensar que sabemos a lo que nos vamos a enfrentar y cuando lo que se nos presenta es diferente a nuestros pensamientos, creencias o fantasías, nos decepcionamos. Esta bien que recabemos información sobre los lugares que vamos a visitar, pero aún así no hemos de cerrar puertas a todo lo que no sabemos.

Algo que sí podemos hacer antes de nuestras vacaciones y con previsión, es pensarlas en nuestro interior, viéndonos en los lugares que vamos a ir y sintiéndonos muy muy a gusto y muy satisfechos de todo cuanto acontece y sabiendo que van a ser unas vacaciones muy bonitas e irrepetibles y reconfortantes.


Con amor, Nuria
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miércoles, 7 de febrero de 2024

MISTERIO DE MISTERIOS de Deepak Chopra EL LIBRO CONOCER A DIOS








LIBRO CONOCER A DIOS de DEEPAK CHOPRA








MISTERIO DE MISTERIOS



Éste es el trabajo del alma que más complace a Dios.

LA NUBE DEL DESCONOCIMIENTO

 

 



El misterio de Dios no existiría si el mundo no fuera también un misterio. Algunos científicos creen que estamos más cerca que nunca de una «teoría del Todo», o TDT, como la llamarían los físicos. La TDT explicará el principio del universo y el final de los tiempos, el primer y el último aliento de la existencia cósmica. Todo será revelado, desde los quarks a los quásares, tal y como prometían las viejos melodramas. ¿Hay un lugar para Dios en este «Todo»? ¿O bien vamos a expulsar al Creador de su propia creación? Este hecho es importante, pero cuando nos atañe directamente a nosotros adquiere una importancia capital.

Consideremos de nuevo el sandwich de realidad que nos sirvió como modelo. Tal y como vimos antes, tenemos tres capas:

 



Realidad Material

------------CAMPO CUÁNTICO------------

Campo Virtual

 



Cualquiera podría ser perdonado por pensar que Dios no está en ninguna parte y que lo encontraremos aquí, debido al hecho de que todos los misterios del mundo sagrado se volverán mundanos el día en que la TDT lo explique todo satisfactoriamente.

Durante siglos, los humanos se han mirado en el espejo de la naturaleza y han encontrado el reflejo de héroes, hechiceros, dragones y Santos Griales. Lo sagrado era real, fuente de poder supremo, y nada podía existir, desde un río hasta un trueno, si Dios no lo causaba. Hoy en día, el espejo está nublado. Ya somos mayorcitos para tener la necesidad de un dios trueno o de un héroe nacido en el Olimpo. En lugar de ello, ¿qué vemos? Una sociedad que destruye los antiguos mitos para construir ciudades como Las Vegas en las que, si queremos encontrar un mito, debemos ir a un hotel casino llamado Excalibur, donde el único dios es la Fortuna y los únicos dragones que se pueden vencer son las máquinas tragaperras que casi siempre ganan.

Si es verdad, como lo dice el sentimiento poético, que «un toque de naturaleza hace que el mundo entero te sea familiar», entonces un toque de mito hace que el mundo entero sea sagrado. En un mundo sin mitos falta algo, pero ¿sabemos qué es? Hay muchas pistas para esta respuesta, esparcidas por todas partes en los lugares santos de todo el mundo. Nadie puede permanecer delante de la gran pirámide de Keops (o Khufu, para darle su nombre egipcio correcto), sin sentir la presencia de un poder que está ausente incluso en el mayor de los rascacielos. El faraón que fue enterrado en las profundidades de su maciza estructura fue un mortal que aspiraba a ser inmortal y alimentó esta aspiración levantando la mayor masa de bloques de piedra que, incluso en nuestros días, haya sido jamás construida. También tenía la ambición de ser Dios. Khufu fue venerado como descendiente de los dioses y fue un hombre-dios. ¿No es esto una demostración de que el ego de un rey no conoce límites? Realmente lo es, pero aún hay más cosas.

La unión de Khufu con los dioses unía al mismo tiempo a su gente. Desde tiempo inmemorial, los humanos se preocuparon por las mismas cuestiones: ¿Tengo un alma? ¿Qué sucederá después que yo muera? ¿Existe una vida posterior en la que conoceré a Dios? La Gran Pirámide es una respuesta construida en piedra, porque casi se puede escuchar cómo las piedras gritan: «¡Y ahora dime que no soy inmortal! »

Volvamos ahora a Las Vegas para contrastar. ¿Qué vemos allí? Riqueza y ambición parecidas a las de los faraones, pero las personas que se aglomeran en estos centros de placer ¿tienen más seguridad sobre las grandes cuestiones? ¿O es que un mundo sin poder espiritual nos fuerza a buscar distracción porque bajo su superficie no encontramos ninguna respuesta?

La familia del hombre está unida en lo sagrado y no podemos permitir que muera sin estrechar nuestros lazos de sangre hasta una realidad más profunda, que venimos todos de un "mismo lugar, que estamos de viaje hacia el gran Dios y que cada uno de nuestros actos es valorado desde una perspectiva cósmica. La realidad ordinaria es trivial si la comparamos con esta herencia y la teoría del Todo será inútil, por no decir destructiva, a menos que la podamos utilizar para mantener vivo lo sagrado.

Afortunadamente, las cosas más sólidas y fidedignas de la existencia, como una concha marina, una rama de árbol o un bache de la carretera forman parte del misterio de Dios. Si creemos en una piedra estamos automáticamente creyendo en Dios. Me explico.

La realidad ordinaria es sólo la capa superior de nuestro sandwich. El mundo material está lleno de objetos familiares que podemos ver, sentir, tocar, gustar y oler. Cuando los objetos grandes se hacen muy pequeños, encogiéndose hasta el tamaño de átomos nos fallan los sentidos. En teoría, el encogimiento tiene que detenerse en algún momento, porque no hay ningún átomo más pequeño que el del hidrógeno, la primera partícula material que nació a partir del Big Bang. Pero en realidad, más allá del átomo se produce una sorprendente transformación, ya que desaparece toda cosa sólida. Los átomos están compuestos por bloques de energía vibratoria que no tienen ningún tipo de solidez, ni masa ni tamaño, ni nada que los sentidos puedan ver o tocar. La palabra latina usada para bloque o masa es quantum, que es el término escogido para describir una unidad de energía dentro del átomo y, por consiguiente, un nuevo nivel de realidad.

A nivel cuántico nada perteneciente al mundo material queda intacto. Es bastante extraño levantar la mano y darse cuenta de que en realidad es, en su nivel más bajo, un conjunto de vibraciones invisibles que se producen en el vacío. Incluso a nivel atómico todos los objetos son un 99,9999 por ciento espacio vacío y, a su propia escala, la distancia entre un electrón girando y el núcleo alrededor del cual gira es mayor que la distancia entre la tierra y el sol. El electrón nunca podrá ser capturado ya que se descompone en vibraciones de energía que van destellando millones de veces por segundo. Por lo tanto, todo el universo es un espejismo cuántico, que también va destellando millones de veces por segundo. A nivel cuántico, todo el cosmos es como una luz intermitente. No hay estrellas ni galaxias, sino solamente campos de energía vibratoria que nuestros sentidos demasiado embotados y lentos, no pueden captar, dada la increíble velocidad a la que se mueve la electricidad.

En el reino animal, algunos sistemas nerviosos son mucho más rápidos que el nuestro y otros son aún más lentos. Las neuronas de un caracol, por ejemplo, recogen las señales del mundo exterior tan lentamente que no perciben hechos que tarden más de tres segundos. En otras palabras, si un caracol estuviera mirando a una manzana, y yo la cogiera rápidamente y me la llevara, el caracol no vería mi mano sino que vería desaparecer la manzana ante sus propios ojos. De la misma forma, las destellos cuánticos son millones de veces más rápidos de lo que nosotros podemos registrar, por lo que nuestros cerebros nos engañan haciéndonos ver objetos sólidos que son continuos en el tiempo y el espacio, de la misma manera que las imágenes de una película parecen moverse constantemente. Una película consiste en veinticuatro fotogramas fijos que destellan en un segundo, con veinticuatro espacios de oscuridad que aparecen mientras cada uno de los fotogramas es retirado y uno nuevo es colocado en su lugar, pero como nuestros cerebros no pueden percibir cuarenta y ocho hechos de movimiento y reposo en un segundo, obtenemos la ilusión de imagen en movimiento.

Aceleremos ahora en muchas potencias de diez y obtenemos el truco de la película que llamamos la vida real. Usted y yo existimos en tanto que protones destellantes con un vacío negro entre dos destellos, y este espectáculo de luz incluye todo nuestro cuerpo, cada uno de nuestros pensamientos y deseos y cada uno de los acontecimientos en los que tomamos parte. En otras palabras, estamos siendo creados una y otra vez, constantemente. El génesis ocurre ahora y siempre ha ocurrido, pero ¿quién está detrás de esta creación sin fin? ¿De quién es el poder mental o la visión capaz de desintegrar el universo y volver a integrarlo en una fracción de segundo?

El poder de la creación está más allá de la energía, una fuerza con la capacidad de convertir nubes gaseosas de polvo en estrellas e incluso en ADN. En la terminología de la física, nos referimos a este nivel precuántico como virtual. Cuando vamos más allá de toda la energía no hay nada más que un vacío. La luz visible se convierte en luz virtual; el espacio real se convierte en espacio virtual; el tiempo real se convierte en tiempo virtual. En el proceso se desvanecen todas las propiedades. La luz ya no brilla, el espacio no cubre una distancia, el tiempo es eterno. Éste es el útero de la creación, infinitamente dinámico y vivo, al que no pueden aplicársele palabras como vacío, oscuro y frío. El campo virtual es tan inconcebible que sólo el lenguaje religioso parece tocarlo todo. Actualmente, en la India, un creyente devoto puede saludar la aurora con un antiguo himno védico:



Al principio

no había ni existencia ni no existencia,

todo este mundo era energía sin manifestar...

Él sopló, sin aliento, por su propio poder,

no había nada más...

RIG VEDA


En términos modernos, este verso nos dice que sólo podremos (encontrar a Dios en estado virtual, allí donde se almacenaba toda la energía antes de la creación. La física ha trabajado mucho con este estado que existe antes del tiempo y el espacio y también lo ha hecho la Imaginación popular. A muchos les podría sorprender saber que la familiar imagen de Dios como patriarca, con una túnica blanca y sentado en su trono, tiene poca autoridad, incluso en la escritura judaica. -Esta imagen aparece una sola vez, en el Libro de Daniel, mientras que en los libros de Moisés se nos dice muchas veces que Dios no tiene forma humana.

La teoría sobre la creación que mejor funciona es la siguiente: antes del Big Bang, el espacio era infinito, se expandía como un acordeón en infinitos pliegos o dimensiones, mientras que el tiempo existía de forma embrionaria, en forma de eterna presencia sin acontecimientos y que, por lo tanto, no necesitaba de pasado, presente o futuro. Este estado era absolutamente vacío en un sentido y absolutamente lleno en otro, no conteniendo nada que nosotros pudiéramos percibir y, sin embargo, ahí residía el potencial de todas las cosas. Tal y como declaran los videntes védicos, no podía encontrarse ni la existencia ni la no existencia, ya que estos términos sólo sirven a cosas que han tenido un principio, un medio y un fin. Los físicos se refieren a menudo a este estado como una singularidad: espacio, tiempo y todo el universo material estuvieron una vez contenidos en un punto; una singularidad es concebida como el puntito más pequeño que podamos imaginar y, por lo tanto, ya no es un punto.

Si ahora podemos imaginar que el cosmos explotó para ser el destello deslumbrante de luz a partir de este punto único, entonces debemos avanzar un paso más y considerar que, como el estado de pre-creación no tiene tiempo, aún está ahí. El Big Bang nunca ha sucedido en el campo virtual aunque, paradójicamente, han ocurrido todos los Big Bangs, sin importar cuántas veces el universo se va expandiendo a través de miles de millones de años luz, para replegarse sobre sí mismo y abandonarse de nuevo en el vacío; nada cambia a nivel virtual. Esto es todo lo cerca que la física ha llegado de la noción religiosa de un Dios que es omnipresente, omnisciente y omnipotente. Omni significa todo, y como el estado virtual no tiene límites de ningún tipo es llamado adecuadamente el Todo.

No debe sorprendernos que nos sea tan difícil hablar del Todo. En la India, los videntes lo llaman también Aquello, o tat en sánscrito. En el momento de la iluminación, una persona puede traspasar los cinco sentidos para percibir la única verdad que puede ser expresada: «Yo soy Aquello, tú eres Aquello y todo esto es Aquello.» El significado no es un enigma, sino que simplemente afirma que detrás del velo de la creación aún existe el estado de pre-creación, abarcándolo todo.

Un amigo físico afirmó en una ocasión la misma verdad en palabras nuevas: «Debes darte cuenta, Deepak, que el tiempo es sólo una conveniencia cósmica que evita que todo suceda a la vez. Necesitamos esta conveniencia a nivel material, pero no a niveles más profundos. Por lo tanto, si tú puedes verte en tu estado virtual, todo el caos y el remolino de las galaxias tendrían perfectamente sentido, porque forman un modelo desplegándose en perfecta simetría. Visto desde esta perspectiva, el punto final de toda creación es ahora, cuando todo el cosmos ha conspirado para crearnos a ti y a mí sentados aquí en este mismo segundo.»

No hay nada más fascinante que mirar cómo la ciencia confunde sus límites con el espíritu. No hay palabras más fáciles para la zona de transición que «quantum» y palabras más fáciles para Dios que «virtual». Para seguir la pista de un milagro debemos ir a estos terrenos, ya que los milagros nos indican que la realidad no empieza y termina en lo material. Una vez un joven discípulo preguntó a un famoso gurú en la India «¿Cómo encontraré a Dios? No veo evidencia alguna de que esté en todas partes, y millones de personas viven bien sin él. Sin Dios todo sucede en espacio y tiempo. Es el mundo al que estamos acostumbrados.» El gurú replicó: «Espacio y tiempo son como una red en la que estás atrapado, pero las redes tienen siempre agujeros. Debes encontrar uno de los agujeros y saltar por él. Entonces, Dios será obvio.»1 Todas las tradiciones religiosas contienen este tipo de escapatorias, rutas de escape hacia un mundo que está por detrás de nosotros. En el evangelio de san Tomás, Jesús dice que su papel en esta vida es desviar a sus discípulos de la regla de los cinco sentidos, que están confinados totalmente al espacio-tiempo: «Os daré lo que el ojo no ha visto y lo que la oreja no ha oído y lo que no ha sido tocado y lo que nunca se le había ocurrido a la mente humana.»2

Jesús hizo esta promesa cada vez que obró cada uno de sus aproximadamente treinta milagros, pero es fascinante observar que, a menudo, fueron hechos con considerable reticencia, como si fueran cosas fuera de lugar. Lo que sí era real era ver que nuestros sentidos no son fiables en absoluto. El leproso incurable aparece sólo de esta forma, los panes y los peces son una ilusión, y la tempestad en el mar de Galilea puede ser calmada por un único acto de voluntad. Después de sanar al leproso con sólo tocarlo, Jesús parece especialmente impaciente con todos aquellos que están llenos de respeto por lo que ha hecho.

      Entonces Jesús lo despidió con esta severa advertencia: «Asegúrate de no decir nada a nadie. Ve y          muéstrate a los sacerdotes y haz la ofrenda prescrita por Moisés para tu purificación; con esto                 certificarás la curación.»

Naturalmente, el hombre tan milagrosamente sanado no pudo controlarse y se lo dijo a todos aquellos con los que se encontró. El rumor se fue extendiendo hasta que Jesús no pudo ya permanecer en la ciudad a causa del tumulto. Una numerosa multitud quería ver milagros, por lo que tuvo que huir al campo, pero la gente continuó siguiéndolo. ¿Estaríamos también nosotros tan llenos de respeto como para perdernos lo más importante? Yo pienso que sí. Actualmente, en la India hay una mujer santa muy conocida de la que se dice que ha curado a un leproso con sólo tocar sus llagas, y también recuerdo haber leído que un gurú acostumbraba a dejar entrar en su casa a cualquiera los días de fiesta, respetando las sagradas leyes de la hospitalidad. Como no era rico, sus seguidores se sentían molestos al ver que cientos de invitados se presentaban a su puerta para comer. El gurú se limitó a sonreír y dio unas extrañas instrucciones. «Id sirviendo a todo el mundo de estas ollas de arroz y lentejas —dijo—, pero antes cubridlas con un paño.» Las ollas fueron cubiertas para que nadie pudiera ver en su interior y, a medida que los cucharones se iban introduciendo en ellas, iba habiendo más comida para servir. De esta forma, el gurú obró el mismo milagro que Jesús.

Es fácil sentir respeto por estas historias, pero ¿nos ayudan cuando queremos conocer los hechos? A partir de nuestro temor, hemos desarrollado muchas supersticiones y fábulas e incluso, a menudo, hemos abrigado falsas esperanzas. Sin embargo, de la imprecisa mezcla de cuentos y milagros empieza a emerger una realidad única. En su libro Breve historia del tiempo, Stephen Hawking nos dice que si explorásemos a fondo las leyes de la naturaleza, algún día conoceríamos la mente de Dios.3 Con ello reproduce la famosa observación de Einstein: «Quiero saber cómo piensa Dios; todo lo demás no son más que detalles.» Como era un excepcional visionario, espero que Einstein aceptaría como punto de partida la siguiente división en niveles del pensamiento divino:

 



Campo virtual = campo del espíritu

Campo cuántico = campo de la mente

Realidad material = campo de la existencia física













lunes, 18 de septiembre de 2023

PÉRDIDA DE PESO PARA LA MENTE de STUART WILDE









CAPÍTULO 2

CONTRADICCIÓN Y EXPECTATIVA















Hay un triple beneficio cuando entiendes cómo te afectan estas contradicciones de la vida.

Primero, puedes eliminar algunas inmediatamente.

Segundo, puedes diseñar tu vida de modo que evites la mayoría de ellas.

Tercero, puedes desarrollar herramientas que te permitan aceptar, sin emoción, aquellas
contradicciones que no puedes evitar.

Haciendo estas tres cosas, vuelves a tu divino estado natural: sereno, feliz y entretenido por la
maravilla y la gracia de este extraño regalo que llamamos vida.

¿Cómo nacen estas contradicciones?

En su mayoría son inherentes a nuestra programación. La personalidad humana existe en un extraño ciber espacio, flotando sobre el suelo a unos 150 ó 180 cm, o ligeramente más, atrapada en tierra de nadie, en algún lugar en el cerebro.

Extraño, verdad? Nosotros creemos que estamos aquí. De hecho, ¡somos un planeador sin tren de aterrizaje!. La personalidad humana realmente no aterriza nunca. Incluso si estás vertical sobre tu cabeza, tu personalidad está aún en algún lugar más allá del grosor de tu cráneo sobre el suelo. Esto provoca una incómoda contradicción.

Tu personalidad tiene que usar el cuerpo como vínculo entre el ciber espacio infinito en el cual reside, y la dimensión terrestre de la que surgen sus experiencias.

El cuerpo es finito. La muerte es la extrema contradicción final. Es natural, por ello, que la mayoría de la gente se sienta un poco insegura y temerosa.

La vida, para muchos, es un fútil intento de llegar a sentirse seguros en una dimensión que es 
intrínsecamente insegura. La gente lucha constantemente contra eso, en vez de aceptar lo extraño de las lecciones humanas como una cosa hermosa. Dios debe tener un maravilloso sentido del humor, las contradicciones de la vida son imponentes, divertidas y muy interesantes. Me resultan heroicas.

• Tenemos que abrazar el infinito dentro de un cuerpo mortal.

• Tenemos que creer en un Dios que no podemos ver.

• Tenemos que aprender a amar en una dimensión donde hay tanto odio.

• Tenemos que ver abundancia cuando la gente habla constantemente de escasez y carencia.

• Tenemos que descubrir la libertad donde el control es la religión estatal.

• Tenemos que desarrollar autoestima mientras la gente nos critica y nos empequeñece.

• Tenemos que ver belleza donde hay fealdad.

• Tenemos que adoptar actitudes positivas cuando estamos rodeados de incertidumbre.

• Tenemos que sentirnos seguros a pesar de nuestras preocupaciones.



Sí, el heroísmo de nuestra condición es adorable.

La trascendencia no es más que aprender a aceptar las contradicciones de la vida sin ofrecer
resistencia.

Aceptar estas contradicciones no es algo natural para nosotros. De hecho, de niños nos enseñaron a resistir. Así, por ejemplo, cuando eras niño fuiste programado para creer que estar mojado y frío era una experiencia negativa. Si tu madre te dejó alguna vez bajo la lluvia, probablemente reaccionaste emocionalmente y lloraste. Ahora, como adulto, puede que tengas la misma reacción negativa programada a estar mojado. A su alrededor giran todas las variables: La lluvia arruina tu ropa y tu peinado, la lluvia es incómoda cuando te cae por el cuello, la lluvia es fría, el frío te enfermará, etc. etc.
En consecuencia, una masa de energía en tu mente dice: Tenemos que estar calentitos y confortables para sentirnos positivos, felices y seguros. Entonces aparece la lluvia. Ahora diluvia
y estás a kilómetros de un refugio. De repente, las circunstancias, el frío y la humedad, contradicen tu opinión o deseo.

Ahora, dos masas han establecido una relación en tu mente, cada una atrae a la otra. La emoción  negativa fluye desde la contradicción generada por la lluvia fría. Pero, ¿es la lluvia la que es negativa?, ¿No será tu reacción a la lluvia la que causa la contradicción?. El agua cayendo de arriba no tiene cualidad implícita, negativa o positiva. Cuando te duchaste esta mañana no te quejaste ni aullaste.
¡Ah! Pero era agua caliente.
Así que es la temperatura del agua lo que te molesta ¿no?
Precisamente.
Pero ¿Qué pasa si aceptas que el agua fría es parte de la vida?. A veces llueve. Puedes enfadarte y resistirte, o puedes relajarte y hacer lluvia, como yo le llamo. Las circunstancias no han cambiado, tu reacción, sí. Tan pronto como estás de acuerdo en hacer lluvia y dejas de resistir, la lluvia se vuelve más cálida y confortable gradualmente. Finalmente, puedes hacer lluvia indefinidamente e incluso disfrutarlo.
Si nunca has hecho lluvia, prueba esto: Saca tus mejores vestidos, incluidos tus zapatos caros, y espera. Cuando empiece a llover, vístete y sal a pasear calmadamente, cabeza alta. Sin inmutarte. No tengas opinión, sigue caminando, ama la lluvia, acéptala, hazla tu amiga. Al final tu resistencia caerá a cero. La lluvia desaparece en tu mente de todos modos. Mientras haces lluvia puedes divertirte viendo como otros no hacen lluvia. Hay un rato de diversión en ello. 
Si no puedes obligarte a hacer lluvia inmediatamente, por lo menos haz que el ego, regularmente, haga cosas que le contradigan. Empieza con poco. Toma duchas de agua fría.
Regala tu abrigo; usa menos ropa.
Deja de hablar del clima también. No comentes sobre sus condiciones, sólo experiméntalas.
Después de todo, cuando la gente dice que hace frío ¿Qué quieren decir?. Indican que hace más frío que sus expectativas. En efecto, no hay calor ni frío, solamente la temperatura a veces sube o baja. Todas las circunstancias de la vida, así como la lluvia, son neutrales. La vida no tiene más cualidad negativa o positiva que las etiquetas que le ponemos. No lo olvides nunca.

Incluso la muerte es neutral. No tenemos modo de saber cómo reaccionaremos ante ella. Quizás la vida es realmente de baja calidad comparada con la muerte. La angustia, mucho ruido y pocas nueces que sufrimos, son probablemente para nada. Tengo la secreta sospecha de que graduarse del plano terrestre puede ser algo muy a celebrar.

Es la expectativa programada la que nos enfada y causa dolor. No las circunstancias. Las expectativas hacen posible las contradicciones.
Sí, esperamos lo mejor, pero debemos aprender a no reaccionar cuando no conseguimos lo que  queremos. Si eres diligente y te concentras y tomas la acción correcta, probablemente en la mayoría de los casos obtendrás el mejor resultado. Pero debes amar la vida y aceptarla cuando no marcha a tu manera.

Sé heroico, conviértete en un guerrero. Cuando afrontes una situación adversa, no reacciones, sólo acéptalo. Actúa con calma. Actúa con poder. Sino sabes qué hacer inmediatamente, no hagas nada, espera hasta que la respuesta venga a ti.

Sé maduro y aparta la emoción de las situaciones. Actúa con la mayor determinación posible dada la situación. Puedes entrenar fácilmente a tu personalidad para que haga vida en vez de luchar con ella. No seas un cobarde auto indulgente. Acéptalo, a veces la vida no es confortable, ni segura, ni esta garantizada.

¡Es tan simple!. Son nuestras tontas expectativas y la auto importancia del ego las que demandan que las cosas han de ser de un modo y no de otro. Eso es lo que nos causa todo el dolor, no la vida en sí misma.

La vida es en gran parte cosa de ir adivinando. Generalmente acertarás, bueno, más o menos; otras veces te equivocas. Cuando te equivoques, no reacciones, ama tus errores y no te maltrates.

¡Eh! Pensaste que había suficiente gasolina en el coche pero no era así, por tanto ahora estás “haciendo camino”. Pues así es. Sólo camina.

REFLEXIÓN.

Las circunstancias de la vida no tienen cualidad alguna, ni negativa, ni positiva. Son neutrales. No las resistas, incluso aquellas que te asustan tontamente. Cuando te enfrentes con la adversidad, compra la solución, no la emoción. Enseña esto a los demás...



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domingo, 9 de abril de 2023

UN RITO PARA SACRALIZAR EL DIA de JOSÉ MARÍA DORIA










¿Llegó la hora de parar las prisas mañaneras, y mirar al Sol naciente que alimenta al alma? 

¿Cinco minutos al día para hacer crecer dentro, aquello que la mirada enfoca?

¿Acaso las estrellas del cielo son propiedad de alguna religión o sistema de creencias? 


Un rito para sacralizar el día 

El hecho de detenerse a mirar al Sol cuando nace en el horizonte, es un poderoso acto de oración silenciosa. Observar como el disco radiante, comienza a salir en el horizonte, supone un comienzo consciente del día, comienzo que convierte en sagrado lo que puede vivirse como adormecedora rutina. ¿Qué impide detenerse unos minutos mirando al Sol para cultivar la Presencia y celebrar el ahora? 

¿Celebrar qué? 

Celebrar la consciencia del nuevo día que comienza. Celebrar la luz y el calor que derrama vida allí donde llega. Celebrar la vida que cada sagrado fotón, en su propio ser porta. Celebrar la apertura del entrecejo, al tiempo que el disco solar penetra en el interior de nuestra cabeza. Celebrar como se expande nuestro pecho, al tiempo que irradia un amor sin fronteras. Celebrar que saludamos a la energía luz que somos, energía que conforma nuestra esencia. 

Cada mañana de nuestra vida, saludemos a la luz, tanto si desde donde estamos, vemos un lejano horizonte o bien la pared cercana de una casa. Procedamos unos minutos a respirar conscientes, aunque sea mirando por la ventana el trozo de cielo que asoma. Son momentos de saludo a ese Sol que, directo o escondido tras las nubes, permanece inafectado y radiante al igual que la luz que somos en nuestra morada interna. Una verdad transmitida por el conocido saludo nepalí: “Namasté”, saludo tan cotidiano como nuestro occidental “Hola” o “Adiós”, que literalmente dice: “Saludo a la Luz que en ti habita”

Cuando dejando funcionalismos prácticos y prisas cotidianas, saludamos a la luz de la mañana, y dedicamos un espacio de atención sagrada, no solo abrimos la jornada despertando a la consciencia, sino que además reconocemos la Luz que iluminará el túnel final de nuestra travesía en la Tierra. En realidad intuimos que esa Luz, día tras día contemplada, se ha instalado en nuestras neuronas, y al igual que un faro, iluminará la oscuridad del tránsito hacia ese reino último, reino aún más luminoso que todos los soles de la galaxia. 

Los rayos ultravioleta que emite el Sol en los primeros momentos del día, no solo no hieren la pupila humana que los enfoca, sino que además bañan nuestras células de radiación benéfica, radiación que enciende sutilezas de confianza y expansión en nuestra alma. 

¿Y qué hacer antes de ir a dormir? 

Para abrir la otra puerta e iluminar el sueño, será bueno no irse a la cama sin asomarnos unos instantes y contemplar el cielo, unos instantes en los que al mirar el manto de la noche, y las estrellas que lo adornan. Son momentos de dar las gracias por lo sucedido en la jornada. Dar las gracias por todos los acontecimientos del día que nuestra mente capitula. Pronto nos daremos cuenta de que aunque el día vivido parezca no haber sido de los “buenos”, brotarán insospechados registros de la jornada que también merecerán nuestra gratitud a la luz de la consciencia. 

El hecho de hablar con el Universo acerca del nivel de esperanza que late en nuestra noche, es algo tan sanador que nos abre a dimensiones sutiles en las que saciar la sed de nuestra alma. Compartir con las estrellas nuestro sentir, hacerlas cómplices de nuestros temores y anhelos, y en definitiva, expresar en palabras lo que en nuestro corazón pasa, supone abrirnos a la intuición y despertar canales translógicos de incondicionada confianza. 

Observaremos que tras pronunciar lo que hay muy dentro de nuestra casa, se desencadenarán oleadas de fuerza posibilitadora. Pareciera que el hecho de elevar al cielo nuestros pesares, y soltar nuestros deseos y esperanzas, nos recuerda que el universo conspira sin cesar a favor de la voluntad expresada. Sucederá que en cada noche así narrada, no solo vaciaremos nuestra mente de un equipaje emocional que a menudo pesa, sino que además haremos un rito por el que reconocer la escucha de una inteligencia mayor que la de nuestra pequeña realidad del nivel persona. 

Sabemos que la oración no es otra cosa que elevar el corazón hacia un algo más grande que intuimos latir tras la apariencia de los pensamientos y las formas. Un rito silencioso que cada mañana y cada noche, alimenta nuestro espíritu con una visión directa y sin creencias, tan solo con el corazón humilde y abierto que se rinde, se enfoca y contempla. 

Son tiempos de mirar lejos, mirar dentro y fuera. Miremos hacia la luz que en cada día nace, sabiendo, tal y como Einstein nombró, que la Luz no es otra cosa que el: “Cemento de Dios”, cemento sobre el que se asienta lo inefable de nuestra esencia. Miremos cada noche a las estrellas y abramos el corazón a la profundidad infinita de sus luces milenarias. Permitamos que el infinito vacío resuene en nuestro ser, y despierte la ternura de ese niño interior que como Principito, habita sorprendido tras su inocente y creadora mirada. 

¿Existe mejor “Prozac” que la elocuente escucha de las estrellas?


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domingo, 20 de noviembre de 2022

VIVIR Y MORIR de ELISABETH KÚBLER ROSS


LIBRO - LA MUERTE: UN AMANECER







Hay mucha gente que dice: «La doctora Ross ha visto demasiados moribundos. Ahora empieza a volverse rara».

La opinión que las personas tienen de ti es un problema suyo no tuyo. Saber esto es muy importante. Si tenéis buena conciencia y hacéis vuestro trabajo con amor, se os denigrará, se os hará la vida imposible y diez años más tarde os darán dieciocho títulos de 'doctor honoris causa' por ese mismo trabajo. Así transcurre ahora mi vida.

Cuando ocurre que se ha pasado largo tiempo, durante muchos años, sentada junto a la cama de niños y ancianos que mueren, cuando se les escucha de verdad, uno percibe que ellos saben que la muerte está próxima.

Súbitamente alguno se despide, dice adiós, mientras que en ese momento uno está lejos de pensar que la muerte podría intervenir tan pronto.

Si se aceptan esas declaraciones, si se permanece junto al moribundo, se comprobará que la comunicación continúa y el enfermo expresa lo que desea hacer saber.

Después de su muerte, se experimenta el emocionado sentimiento de ser quizá la única persona que ha atendido con la debida seriedad sus palabras.

Hemos estudiado veinte mil casos, a través del mundo entero, de personas que habían sido declaradas clínicamente muertas y que fueron llamadas de nuevo a la vida. Algunas se despertaron naturalmente, otras sólo después de una reanimación.

Quisiera explicaros muy someramente lo que cada ser humano va a vivir en el momento de su muerte.

Esta experiencia es general, independiente del hecho de que se sea aborigen de Australia, hindú, musulmán, creyente o ateo. Es independiente también de la edad o del nivel socioeconómico, puesto que se trata de un acontecimiento puramente humano, de la misma manera que lo es el proceso natural de un nacimiento.

La experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento. Es un nacimiento a otra existencia que puede ser probada de manera muy sencilla.

Durante dos mil años se ha invitado a la gente a «creer» en las cosas del más allá.

Para mi esto no es un asunto más de creencias, sino un asunto del conocimiento. Os diré con gusto cómo se obtiene ese conocimiento siempre que queráis saberlo. Pero el no querer saberlo no tiene ninguna importancia porque cuando hayáis muerto lo sabréis de todas maneras, y yo estaré allí y me alegraré muy particularmente por los que hoy dicen: «Ay, la pobre doctora Ross».

En el momento de la muerte hay tres etapas. Con el lenguaje que utilizo en el caso de los niños moribundos de muy corta edad (por ejemplo el que empleo en la carta Dougy), digo que la muerte física del ser humano es idéntica al abandono del capullo de seda por la mariposa. La observación que hacemos es que el capullo de seda y su larva pueden compararse con el cuerpo humano. Un cuerpo humano transitorio.

De todos modos, no son idénticos a vosotros. Son, digámoslo así, como una casa ocupada de modo provisional. Morir significa simplemente, mudarse a una casa más bella, hablando simbólicamente, se sobreentiende.

Desde el momento en que el capullo de seda se deteriora irreversiblemente, ya sea como consecuencia de un suicidio, de homicidio, infarto o enfermedades crónicas (no importa la forma), va a liberar a la mariposa, es decir, a vuestra alma.

En esta segunda etapa, cuando vuestra mariposa -siempre en lenguaje simbólico- ha abandonado su cuerpo, vosotros viviréis importantes acontecimientos que es útil que conozcáis anticipadamente para no sentiros jamás atemorizados frente a la muerte.

En la segunda etapa estaréis provistos de energía psíquica, así como en la primera lo estuvisteis de energía física.

En esta última vosotros tenéis necesidad de un cerebro que funcione, es decir, de una conciencia despierta para poder comunicar con los demás. Desde el momento en que este cerebro -este capullo de seda- tarde o temprano presente daños importantes, la conciencia dejará de estar alerta, apagándose.

Desde el instante en que ésta falte, cuando el capullo de seda esté deteriorado al extremo de que vosotros ya no podáis respirar y que vuestras pulsaciones cardíacas y ondas cerebrales no admitan más mediciones, la mariposa se encontrará fuera del capullo que la contenía.

Esto no significa que ya se esté muerto, sino que el capullo de seda ha dejado de cumplir sus funciones. Al liberarse de ese capullo de seda, se llega a la segunda etapa, la de la energía psíquica. La energía física y la energía psíquica son las dos únicas energías que al ser humano le es posible manipular.

El mayor regalo que Dios haya hecho a los seres humanos es el del libre albedrío. Y de todos los seres vivientes el único que goza de este libre albedrío es el ser humano.

Vosotros tenéis, por tanto, la posibilidad de elegir la forma de utilizar esas energías, sea de modo positivo o negativo.

Desde el momento en que sois una mariposa liberada, es decir, desde que vuestra alma abandona el cuerpo, advertiréis enseguida que estáis dotados de capacidad para ver todo lo que ocurre en el lugar de la muerte, en la habitación del enfermo, en el lugar del accidente o allí donde hayáis dejado vuestro cuerpo.

Estos acontecimientos no se perciben ya con la conciencia mortal, sino con una nueva percepción. Todo se graba en el momento en que no se registra ya tensión arterial, ni pulso, ni respiración; algunas veces incluso en ausencia de ondas cerebrales.

Entonces sabréis exactamente lo que cada uno diga y piense y la forma en que se comporte. Después podréis explicar con precisión cómo sacaron el cuerpo del coche accidentado con tres sopletes.

También ha habido personas que incluso nos han precisado el número de la matricula del coche que los atropelló y continuó su ruta sin detenerse.

No se puede explicar científicamente que alguien que ya no presenta ondas cerebrales pueda leer una matricula. Los sabios deben ser humildes.

Debemos aceptar con humildad que haya millones de cosas que no entendemos todavía, pero esto no quiere decir que sólo por el hecho de no comprenderlas no existan o no sean realidades.

Si yo utilizara en este momento un silbato de perros, vosotros no podríais oírlo, y sin embargo todos los perros lo oirían. La razón es que el oído humano no está concebido para la percepción de estas altas frecuencias.

De la misma manera, no podemos percibir el alma que ha abandonado el cuerpo, aunque ésta pueda todavía grabar las longitudes de ondas terrestres para comprender lo que ocurre en el lugar del accidente o en otro lugar.

Mucha gente abandona su cuerpo en el transcurso de una intervención quirúrgica y observa, efectivamente, dicha intervención.

Todos los médicos y enfermeras deben tener conciencia de este hecho. Eso quiere decir que en la proximidad de una persona inconsciente no se debe hablar más que de cosas que esta persona pueda escuchar, sea cual fuere su estado.

Es triste lo que a veces se dice en presencia de enfermos inconscientes, cuando éstos pueden oírlo todo.

También es necesario que sepáis que si os acercáis al lecho de vuestro padre o madre moribundos, aunque estén ya en coma profundo, os oyen todo lo que les decís, y en ningún caso es tarde para expresar «lo siento», «te amo» o alguna otra cosa que queráis decirles.

Nunca es demasiado tarde para pronunciar estas palabras, aunque sea después de la muerte, ya que las personas fallecidas siguen oyendo. Incluso en ese mismo momento podéis arreglar «asuntos pendientes», aunque éstos se remonten a diez o veinte años atrás.

Podréis liberaros de vuestra culpabilidad para poder volver a vivir vosotros mismos.

En esta segunda etapa, «el muerto» -si puedo expresarme así- se dará cuenta también de que él se encuentra intacto nuevamente.

Los ciegos pueden ver, los sordos o los mudos oyen y hablan otra vez. Una de mis enfermas que tenía esclerosis en placas, dificultades para hablar, y que sólo podía desplazarse utilizando una silla de ruedas, lo primero que me dijo al volver de una experiencia en el umbral de la muerte fue: «Doctora Ross, ¡Yo podía bailar de nuevo!», y son miles los que estando hoy en sillas de ruedas, podrían al fin bailar otra vez, aunque cuando vuelvan a su cuerpo físico se encontrarán, evidentemente, otra vez en su viejo cuerpo enfermo.

Podréis comprender, pues, que esta experiencia extra corporal es un acontecimiento maravilloso, que nos hace sentirnos felices.

Las niñas que a consecuencia de una quimioterapia han perdido el pelo, me dicen después de una experiencia semejante: «Tenía de nuevo mis rizos.» Las mujeres que han padecido la extirpación de un seno recobran su habitual normalidad. Todos están intactos de nuevo. Son perfectos.

Mis colegas escépticos son muy numerosos y dicen: «Se trata de una proyección del deseo».

En el cincuenta y uno por ciento de todos mis casos se trata de muertes repentinas y no creo que nadie vaya a su trabajo soñando que seguirá disponiendo de sus dos piernas para atravesar una calle. Y de pronto, después de un accidente grave, ve en la calle una pierna separada de su cuerpo, sintiéndose sin embargo en posesión de dos piernas.

Todo esto, evidentemente, no es una prueba para un escéptico, y con el fin de tranquilizarlos hemos realizado un proyecto de investigación imponiéndonos como

condición el no tomar en cuenta más que a los ciegos que no habían tenido ni siquiera percepción luminosa desde diez años antes, por lo menos.

Y estos ciegos, que tuvieron una experiencia extra corporal y volvieron, pueden decirnos con detalle los colores y las joyas que llevaban los que los rodeaban en aquel momento, así como el detalle del dibujo de sus jerséis o corbatas.

Es obvio que ahí no podía tratarse de visiones.

Podríais también interpretar muy bien estos hechos si la respuesta no os diera miedo. Pero, si os da miedo, seréis como esos escépticos que me han dicho que estas experiencias extra corporales serían el resultado de una falta de oxigeno.

Pues bien, si aquí se tratara solamente de esa carencia de oxigeno, yo se la recetaría a todos mis ciegos. ¿Comprendéis? Si alguien no quiere admitir un hecho,

encuentra mil argumentos para negarlo. Esto, de nuevo, es su problema. No intentéis convertir a los demás. En el instante mismo en que mueran, lo sabrán de todas maneras.

En esta segunda etapa os dais cuenta también de que nadie puede morir solo. Cuando se abandona el cuerpo se encuentra en una existencia en la cual el tiempo ya no cuenta, o simplemente ya no hay más tiempo, del mismo modo en que tampoco podría hablarse de espacio y de distancia tal como los entendemos, puesto que en ese caso se trata de nociones terrenales.

Por ejemplo, si un Joven norteamericano muere en Vietnam y piensa en su madre que reside en Washington, la fuerza de su pensamiento atraviesa esos miles de kilómetros y se encuentra instantáneamente junto a su madre.

En esta segunda etapa ha dejado de existir, pues, la distancia. Son muchos los seres vivientes que han experimentado tal fenómeno, que se manifestaba de improviso cuando ellos tomaban conciencia de que alguien que vivía lejísimos se encontraba, sin embargo, muy cerca, junto a ellos. Y al día siguiente de ese hecho recibían una llamada telefónica o un telegrama informándoles que la persona en cuestión había fallecido en un lugar a cientos o miles de kilómetros de donde ellos se encontraban.

Es obvio que estas personas poseen una gran intuición, pues normalmente no se tiene conciencia de tales visitas.

En esta segunda etapa también os dais cuenta de que ningún ser humano puede morir solo, y no únicamente porque el muerto pueda visitar a cualquiera, sino también porque la gente que ha muerto antes que vosotros y a la que amasteis os espera siempre.

Y puesto que el tiempo no existe, puede ocurrir que alguien que a los veinte años perdió a su hijo, al morir a los noventa y nueve puede volver a encontrarlo, aún como un niño, puesto que para los del otro lado un minuto puede tener una duración equiparable a cien años de nuestro tiempo.

Lo que la Iglesia enseña a los niños pequeños sobre su ángel guardián está basado en estos hechos, ya que está probado que cada ser viene acompañado por seres espirituales desde su nacimiento hasta su muerte.

Cada ser humano tiene tales guías, lo creáis o no, y el que seáis judíos, católicos o no tengáis religión no tiene ninguna importancia.

Pues este amor es incondicional y es por eso que cada ser humano recibe el regalo de un guía.

Mis niños pequeños los llaman «compañeros de juego» y desde muy temprano hablan con ellos y son perfectamente conscientes de su presencia. Luego van al colegio y sus padres les dicen: «Ahora ya eres mayor, ya vas al colegio. No hay que jugar más a esas chiquilladas».

Así se olvida uno que se tiene «compañeros de juego» hasta que se llega al lecho de muerte.

De este modo ocurrió con una anciana que al morir me dijo: «Ahí está de nuevo». Y sabiendo yo de lo que ella hablaba, le pedí que me participara lo que acababa de vivir: «¿Sabe usted?, cuando yo era pequeña, él siempre estaba conmigo, pero lo había olvidado completamente». Al día siguiente moría contenta de saber que alguien que la había querido mucho la esperaba de nuevo.




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