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domingo, 24 de noviembre de 2019

ADONAY - Capítulo VII CONSEJOS



libro ADONAY




Tres días permaneció Aristóteles en casa de Adonay. El anciano deseaba infundir su espíritu en el joven, al que trataba como a un hijo.

—Hijo mío —le decía—, la libertad es la esencia de la espiritualización. Nadie puede libertar a un pueblo cuyos ojos han perdido el brillo altanero, de tanto mirar al cebo para pescar la inteligencia.

Quien no tiene el corazón libre lo limita la pasión y no puede sentir la amplitud del espíritu.

El hombre pide la libertad para esclavizarse a sus deseos y pasiones y llama estado al sitio donde puede suicidarse lentamente.

El hombre que se convierte en la misma ley, legisla sin palabras y obra sin objeto.

Del exceso de egoísmo nace el amor propio y el amor propio es el padre del espíritu criminal.

El egoísmo hace al pueblo inteligente, y los inteligentes aniquilan a los verdaderos sabios. Ni ellos obran ni dejan a otros obrar.

Huye, hijo mío, huye; pero que tu huida sea la huida del valiente, mas no la del cobarde, porque es prudencia huir de la peste.

En otros lugares si hay almas libres que todavía pueden vivir sobre la faz de la tierra; todavía existen almas con vida libre.

Sé, hijo mío, un estado libre dentro del esclavo estado. Sé la canción melódica entre la orgía de los ebrios.

Refúgiate en la soledad de tu corazón y dicta leyes silenciosas que armonicen lo estrepitoso y mitiguen lo agudo. Allí donde cesa el estruendo del comercio, empieza la soledad. El mundo gira alrededor de un espantajo que le llamaron Dios. Y el Dios de ellos es como el agua: se adapta a todo recipiente.

Ama hijo, a la humanidad, mas no amarás a los inteligentes de la humanidad, porque son comediantes políticos.

Cuanto más se aleja el hombre de los inteligentes políticos más se aproxima a sí mismo.

El comediante político busca la gloria la que se horroriza de él.

En las profundidades de ti mismo está la identificación; tu descenso a ti mismo te conduce a la ingenuidad; la purificación de ti mismo te da la superioridad.

Huye de la inteligencia y tu saber no será superfluo.

El sabio es el creador: crea, pero no guarda nada para sí; obra pero no se aprovecha; sobresale pero no domina.

Toda alma grande, según el mundo, es culpable: le castiga por sus virtudes y perdonan sus errores.

Quien quiere alegrar al mundo debe ser vanidoso que finge modestia. Los hombres se sienten pequeños ante la grandeza del alma y esta pequeñez se vuelve como la bolsa de veneno en el paladar de la víbora.

La grandeza del alma es el aguijón en la conciencia del prójimo.

La fuerza no es instrumento del sabio.

El poder está en la dulzura.

Es bueno ser patriota, pero es mejor ser cosmopolita y universal.

La voz del poder habla muy quedo y muy bajo. Sólo puede oírla el alma despierta.

La virtud en sí misma es la recompensa.

Que tu virtud sea una flecha o una lanza que rompa el odre de las almas que se creen virtuosas.

Tienes que exponer los secretos de tu alma a la luz del sol. Entonces sí podrás separar la verdad de la mentira.

Tú debes amar a la virtud, y serás el verdadero virtuoso. Tú mismo debes ser el sol, y deja que los hombres analicen tus rayos.

Nunca debes seguir la virtud de los demás porque éstos creen que sus temores son virtudes.

No supliques ni alabes a nadie, porque ningún santo, ningún ser es digno de súplica y alabanza.

Una acción, para ser buena, debe ser desinteresada.

Nunca debes gobernar sino a aquellos que saben gobernarse por sí mismos.

Tu profundidad debe ser tranquila e inconmovible, aunque flotan en ti los enigmas indescifrables.

Debes aprender a reír siempre, porque el saber es siempre alegría.

Cuanto te canses de tu saber, entonces brillará tu belleza y cuando te apartes de ti mismo, podrás saltar por encima de los demás.

No busques la santidad hipócrita sino la obra taciturna.

Sé un rayo en la vida de los demás, pero nunca un trueno para sus oídos.

Los ojos deben expresar luz sin sombra, pero las manos no deben ensombrecer la obra.

El hartazgo no acalla un deseo. Sólo la belleza calma la pasión."

Y muchos, muchos consejos más fueron emanados de sus labios...



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