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jueves, 29 de febrero de 2024

HABLANDO

 







Los sentimientos son los energetizadores de nuestros pensamientos, y nuestros pensamientos son removedores de nuestros sentimientos.¿ Podemos pensar sin tener sentimientos?, observémonos….¿qué estoy sintiendo ahora que intento atrapar mis pensamientos y relacionarlos con mi sentimiento?… siento como una armonía, en el sentido de que todo esta bien, no estoy movida por la pasión a tener que sentir de ninguna manera concreta, y a la vez estoy como observando haber que voy escribiendo y como lo voy haciendo………. Es decir quiero y lo estoy haciendo, hablarme y a la vez sentir que siento mientras lo hago, y me doy cuenta que es agradable, no hay nada que me desvie hacia ningún pensamiento concreto y a la vez a ningún sentimiento que tenga que catalogar, a excepción de que mientras voy escribiendo me siento bien aunque quizás con una cierta expectativa, es una forma muy curiosa, siento expectativa de mi misma…………….. Y llegando aquí compruebo que esto que llamo espesativa lleva pegada un sentimiento, la expectativa es un tranquilo y dulce sentimiento, que no nos fuerza, que no altera, que esta como en silencio,…… a la expectativa, y ella es muy esperanzadora, pues su generosidad puede abarcarlo todo, y así poco a poco y con mucha suavidad nos vamos presentando gracias a ésta misteriosa expectativa, el pensamiento y el sentimiento.


Siempre sentimos, aunque no siempre estamos presentes en nuestros pensamientos, cuantas veces no sabemos en que estamos pensando, nos hemos acostumbrado a dejar charlotear libremente a los pensamientos, uno detrás de otro, sin sentido, sin lógica, sin estructurar y nosotros todo lo más a veces decimos, haber que estoy pensando, o que estaba yo pensando……..curioso.

Nadie nos ha enseñado a pensar, es más si alguien nos dijera cómo hemos de pensar, lo primero que haríamos sería reivindicar, que pensamos lo que queremos. Pero si sobrepasamos un poquito esa barrera que nos lleva a defendernos y pensar lo que queremos………. No nos ha de extrañar muchos sucesos comunes, como por ejemplo, la mala memoria, desorientación, cansancio, etc. Ya que no se si hacemos tanto lo que realmente queremos como si dejamos hacer y funcionar como quieran nuestros pensamientos.

Fijémonos por ejemplo, cuando llega la época de vacaciones, nos decimos vamos a planear dónde vamos a ir. Y nos ponemos a pensar donde nos gustaría ir….. otra forma de pensar puede ser, dónde puedo ir, es decir tengo estas posibilidades económicas y a partir de ahí puede escoger las posibilidades que el mercado turístico me faciliten. Pero siempre va a ser a través de mi forma de pensar, o de repensar a través de mis creencias lo que va a llevar a término en éste caso mis vacaciones. Pero hoy ni siquiera hace falta que nos planteemos dónde queremos ir, pues la publicidad se encarga de llevarnos a los lugares que supuestamente se establecen como pertinentes para la gran mayoría……. Que bien ya no hace falta que pensemos dónde queremos ir……. Quizás sería mejor decirnos, dónde nos van a llevar. Y poco a poco, entre todos y diciéndonos que todo esto contribuye a la felicidad, felicidad que otros han pensado para nosotros desde su punto de vista económico-social, que serán nuestras mejores vacaciones. Vamos dejando de pensar en nuestros proyectos personales, otros lo hacen por nosotros y además creemos que saben más pues son profesionales… etc.

Todo lo vamos comprando a la carta, es decir compramos los pensamientos que alguien tuvo en un principio en su cabeza y que luego gracias al fuego del sentimiento han sido transformados en acción, es decir han tomado la forma, en el caso anterior, de unas vacaciones. Y vamos dejando de pensar, y es igual,...…..

Imaginemos por un momento, cómo nos gustarían que fuesen nuestras vacaciones de 10 días.

Pensemos….. Primero, parto de que tengo 10 días de vacaciones, Segundo tengo y quiero tener la mochila de la ilusión llena. Tercero, dónde quiero ir. Es posible que se me planten muchas dudas, una duda importante la descartamos de entrada, es decir tenemos todo el dinero que nos hace falta y mas, por lo tanto esto no es excusa. Y nos van surgiendo dudas e indecisiones, en realidad no estoy segura si prefiero ir a la montaña o a la playa, aunque también puedo ir a un lugar que este cercano de ambas cosas, pero es que también me gustaría conocer el desierto, oh y también la Laponia, aunque ni que decir tiene que las cataratas de Iguazú me tienen enamorada, o los fiordos, o, o, o, o,……………..
Bien lo que tengo seguro es que todo el planeta no lo puedo hacer en 10 días y es por este motivo que tengo que averiguar en mi misma que es lo que más deseo visitar, y de esta forma es posible que nos vayan aflorando sentimientos los cuales nos irían llevando a distintos lugares ……….. sentimientos religiosos, a Jerusalén, sentimientos culturales a Grecia, Egipto, sentimientos de amor a Venecia, sentimientos históricos que no se han de olvidar pero si comprender y perdonar, a Alemania, sentimientos de seres y hadas maravillosos, a Laponia, sentimientos de seres inmensos y desconocidos, a Irlanda a ver las ballenas…. Sentimientos medievales, a los castillos de Escocia. Y así etc. etc. etc.
Ya nos hemos decidido en un lugar, x, cada cual el suyo. Y nos ponemos a pensar en lo fantástico que será y en aquello otro y lo demás allá, pero lo que también haremos es pensar que todo eso que creemos, no esta, no es así, no existe, vamos a x lugar y ha de ser con la ilusión de dar la bienvenida a todo lo nuevo y a todo lo conocido y sobre todo a lo distinto de lo que pensamos, porque también estamos acostumbrados a pensar que sabemos a lo que nos vamos a enfrentar y cuando lo que se nos presenta es diferente a nuestros pensamientos, creencias o fantasías, nos decepcionamos. Esta bien que recabemos información sobre los lugares que vamos a visitar, pero aún así no hemos de cerrar puertas a todo lo que no sabemos.

Algo que sí podemos hacer antes de nuestras vacaciones y con previsión, es pensarlas en nuestro interior, viéndonos en los lugares que vamos a ir y sintiéndonos muy muy a gusto y muy satisfechos de todo cuanto acontece y sabiendo que van a ser unas vacaciones muy bonitas e irrepetibles y reconfortantes.


Con amor, Nuria
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miércoles, 7 de febrero de 2024

MISTERIO DE MISTERIOS de Deepak Chopra EL LIBRO CONOCER A DIOS








LIBRO CONOCER A DIOS de DEEPAK CHOPRA








MISTERIO DE MISTERIOS



Éste es el trabajo del alma que más complace a Dios.

LA NUBE DEL DESCONOCIMIENTO

 

 



El misterio de Dios no existiría si el mundo no fuera también un misterio. Algunos científicos creen que estamos más cerca que nunca de una «teoría del Todo», o TDT, como la llamarían los físicos. La TDT explicará el principio del universo y el final de los tiempos, el primer y el último aliento de la existencia cósmica. Todo será revelado, desde los quarks a los quásares, tal y como prometían las viejos melodramas. ¿Hay un lugar para Dios en este «Todo»? ¿O bien vamos a expulsar al Creador de su propia creación? Este hecho es importante, pero cuando nos atañe directamente a nosotros adquiere una importancia capital.

Consideremos de nuevo el sandwich de realidad que nos sirvió como modelo. Tal y como vimos antes, tenemos tres capas:

 



Realidad Material

------------CAMPO CUÁNTICO------------

Campo Virtual

 



Cualquiera podría ser perdonado por pensar que Dios no está en ninguna parte y que lo encontraremos aquí, debido al hecho de que todos los misterios del mundo sagrado se volverán mundanos el día en que la TDT lo explique todo satisfactoriamente.

Durante siglos, los humanos se han mirado en el espejo de la naturaleza y han encontrado el reflejo de héroes, hechiceros, dragones y Santos Griales. Lo sagrado era real, fuente de poder supremo, y nada podía existir, desde un río hasta un trueno, si Dios no lo causaba. Hoy en día, el espejo está nublado. Ya somos mayorcitos para tener la necesidad de un dios trueno o de un héroe nacido en el Olimpo. En lugar de ello, ¿qué vemos? Una sociedad que destruye los antiguos mitos para construir ciudades como Las Vegas en las que, si queremos encontrar un mito, debemos ir a un hotel casino llamado Excalibur, donde el único dios es la Fortuna y los únicos dragones que se pueden vencer son las máquinas tragaperras que casi siempre ganan.

Si es verdad, como lo dice el sentimiento poético, que «un toque de naturaleza hace que el mundo entero te sea familiar», entonces un toque de mito hace que el mundo entero sea sagrado. En un mundo sin mitos falta algo, pero ¿sabemos qué es? Hay muchas pistas para esta respuesta, esparcidas por todas partes en los lugares santos de todo el mundo. Nadie puede permanecer delante de la gran pirámide de Keops (o Khufu, para darle su nombre egipcio correcto), sin sentir la presencia de un poder que está ausente incluso en el mayor de los rascacielos. El faraón que fue enterrado en las profundidades de su maciza estructura fue un mortal que aspiraba a ser inmortal y alimentó esta aspiración levantando la mayor masa de bloques de piedra que, incluso en nuestros días, haya sido jamás construida. También tenía la ambición de ser Dios. Khufu fue venerado como descendiente de los dioses y fue un hombre-dios. ¿No es esto una demostración de que el ego de un rey no conoce límites? Realmente lo es, pero aún hay más cosas.

La unión de Khufu con los dioses unía al mismo tiempo a su gente. Desde tiempo inmemorial, los humanos se preocuparon por las mismas cuestiones: ¿Tengo un alma? ¿Qué sucederá después que yo muera? ¿Existe una vida posterior en la que conoceré a Dios? La Gran Pirámide es una respuesta construida en piedra, porque casi se puede escuchar cómo las piedras gritan: «¡Y ahora dime que no soy inmortal! »

Volvamos ahora a Las Vegas para contrastar. ¿Qué vemos allí? Riqueza y ambición parecidas a las de los faraones, pero las personas que se aglomeran en estos centros de placer ¿tienen más seguridad sobre las grandes cuestiones? ¿O es que un mundo sin poder espiritual nos fuerza a buscar distracción porque bajo su superficie no encontramos ninguna respuesta?

La familia del hombre está unida en lo sagrado y no podemos permitir que muera sin estrechar nuestros lazos de sangre hasta una realidad más profunda, que venimos todos de un "mismo lugar, que estamos de viaje hacia el gran Dios y que cada uno de nuestros actos es valorado desde una perspectiva cósmica. La realidad ordinaria es trivial si la comparamos con esta herencia y la teoría del Todo será inútil, por no decir destructiva, a menos que la podamos utilizar para mantener vivo lo sagrado.

Afortunadamente, las cosas más sólidas y fidedignas de la existencia, como una concha marina, una rama de árbol o un bache de la carretera forman parte del misterio de Dios. Si creemos en una piedra estamos automáticamente creyendo en Dios. Me explico.

La realidad ordinaria es sólo la capa superior de nuestro sandwich. El mundo material está lleno de objetos familiares que podemos ver, sentir, tocar, gustar y oler. Cuando los objetos grandes se hacen muy pequeños, encogiéndose hasta el tamaño de átomos nos fallan los sentidos. En teoría, el encogimiento tiene que detenerse en algún momento, porque no hay ningún átomo más pequeño que el del hidrógeno, la primera partícula material que nació a partir del Big Bang. Pero en realidad, más allá del átomo se produce una sorprendente transformación, ya que desaparece toda cosa sólida. Los átomos están compuestos por bloques de energía vibratoria que no tienen ningún tipo de solidez, ni masa ni tamaño, ni nada que los sentidos puedan ver o tocar. La palabra latina usada para bloque o masa es quantum, que es el término escogido para describir una unidad de energía dentro del átomo y, por consiguiente, un nuevo nivel de realidad.

A nivel cuántico nada perteneciente al mundo material queda intacto. Es bastante extraño levantar la mano y darse cuenta de que en realidad es, en su nivel más bajo, un conjunto de vibraciones invisibles que se producen en el vacío. Incluso a nivel atómico todos los objetos son un 99,9999 por ciento espacio vacío y, a su propia escala, la distancia entre un electrón girando y el núcleo alrededor del cual gira es mayor que la distancia entre la tierra y el sol. El electrón nunca podrá ser capturado ya que se descompone en vibraciones de energía que van destellando millones de veces por segundo. Por lo tanto, todo el universo es un espejismo cuántico, que también va destellando millones de veces por segundo. A nivel cuántico, todo el cosmos es como una luz intermitente. No hay estrellas ni galaxias, sino solamente campos de energía vibratoria que nuestros sentidos demasiado embotados y lentos, no pueden captar, dada la increíble velocidad a la que se mueve la electricidad.

En el reino animal, algunos sistemas nerviosos son mucho más rápidos que el nuestro y otros son aún más lentos. Las neuronas de un caracol, por ejemplo, recogen las señales del mundo exterior tan lentamente que no perciben hechos que tarden más de tres segundos. En otras palabras, si un caracol estuviera mirando a una manzana, y yo la cogiera rápidamente y me la llevara, el caracol no vería mi mano sino que vería desaparecer la manzana ante sus propios ojos. De la misma forma, las destellos cuánticos son millones de veces más rápidos de lo que nosotros podemos registrar, por lo que nuestros cerebros nos engañan haciéndonos ver objetos sólidos que son continuos en el tiempo y el espacio, de la misma manera que las imágenes de una película parecen moverse constantemente. Una película consiste en veinticuatro fotogramas fijos que destellan en un segundo, con veinticuatro espacios de oscuridad que aparecen mientras cada uno de los fotogramas es retirado y uno nuevo es colocado en su lugar, pero como nuestros cerebros no pueden percibir cuarenta y ocho hechos de movimiento y reposo en un segundo, obtenemos la ilusión de imagen en movimiento.

Aceleremos ahora en muchas potencias de diez y obtenemos el truco de la película que llamamos la vida real. Usted y yo existimos en tanto que protones destellantes con un vacío negro entre dos destellos, y este espectáculo de luz incluye todo nuestro cuerpo, cada uno de nuestros pensamientos y deseos y cada uno de los acontecimientos en los que tomamos parte. En otras palabras, estamos siendo creados una y otra vez, constantemente. El génesis ocurre ahora y siempre ha ocurrido, pero ¿quién está detrás de esta creación sin fin? ¿De quién es el poder mental o la visión capaz de desintegrar el universo y volver a integrarlo en una fracción de segundo?

El poder de la creación está más allá de la energía, una fuerza con la capacidad de convertir nubes gaseosas de polvo en estrellas e incluso en ADN. En la terminología de la física, nos referimos a este nivel precuántico como virtual. Cuando vamos más allá de toda la energía no hay nada más que un vacío. La luz visible se convierte en luz virtual; el espacio real se convierte en espacio virtual; el tiempo real se convierte en tiempo virtual. En el proceso se desvanecen todas las propiedades. La luz ya no brilla, el espacio no cubre una distancia, el tiempo es eterno. Éste es el útero de la creación, infinitamente dinámico y vivo, al que no pueden aplicársele palabras como vacío, oscuro y frío. El campo virtual es tan inconcebible que sólo el lenguaje religioso parece tocarlo todo. Actualmente, en la India, un creyente devoto puede saludar la aurora con un antiguo himno védico:



Al principio

no había ni existencia ni no existencia,

todo este mundo era energía sin manifestar...

Él sopló, sin aliento, por su propio poder,

no había nada más...

RIG VEDA


En términos modernos, este verso nos dice que sólo podremos (encontrar a Dios en estado virtual, allí donde se almacenaba toda la energía antes de la creación. La física ha trabajado mucho con este estado que existe antes del tiempo y el espacio y también lo ha hecho la Imaginación popular. A muchos les podría sorprender saber que la familiar imagen de Dios como patriarca, con una túnica blanca y sentado en su trono, tiene poca autoridad, incluso en la escritura judaica. -Esta imagen aparece una sola vez, en el Libro de Daniel, mientras que en los libros de Moisés se nos dice muchas veces que Dios no tiene forma humana.

La teoría sobre la creación que mejor funciona es la siguiente: antes del Big Bang, el espacio era infinito, se expandía como un acordeón en infinitos pliegos o dimensiones, mientras que el tiempo existía de forma embrionaria, en forma de eterna presencia sin acontecimientos y que, por lo tanto, no necesitaba de pasado, presente o futuro. Este estado era absolutamente vacío en un sentido y absolutamente lleno en otro, no conteniendo nada que nosotros pudiéramos percibir y, sin embargo, ahí residía el potencial de todas las cosas. Tal y como declaran los videntes védicos, no podía encontrarse ni la existencia ni la no existencia, ya que estos términos sólo sirven a cosas que han tenido un principio, un medio y un fin. Los físicos se refieren a menudo a este estado como una singularidad: espacio, tiempo y todo el universo material estuvieron una vez contenidos en un punto; una singularidad es concebida como el puntito más pequeño que podamos imaginar y, por lo tanto, ya no es un punto.

Si ahora podemos imaginar que el cosmos explotó para ser el destello deslumbrante de luz a partir de este punto único, entonces debemos avanzar un paso más y considerar que, como el estado de pre-creación no tiene tiempo, aún está ahí. El Big Bang nunca ha sucedido en el campo virtual aunque, paradójicamente, han ocurrido todos los Big Bangs, sin importar cuántas veces el universo se va expandiendo a través de miles de millones de años luz, para replegarse sobre sí mismo y abandonarse de nuevo en el vacío; nada cambia a nivel virtual. Esto es todo lo cerca que la física ha llegado de la noción religiosa de un Dios que es omnipresente, omnisciente y omnipotente. Omni significa todo, y como el estado virtual no tiene límites de ningún tipo es llamado adecuadamente el Todo.

No debe sorprendernos que nos sea tan difícil hablar del Todo. En la India, los videntes lo llaman también Aquello, o tat en sánscrito. En el momento de la iluminación, una persona puede traspasar los cinco sentidos para percibir la única verdad que puede ser expresada: «Yo soy Aquello, tú eres Aquello y todo esto es Aquello.» El significado no es un enigma, sino que simplemente afirma que detrás del velo de la creación aún existe el estado de pre-creación, abarcándolo todo.

Un amigo físico afirmó en una ocasión la misma verdad en palabras nuevas: «Debes darte cuenta, Deepak, que el tiempo es sólo una conveniencia cósmica que evita que todo suceda a la vez. Necesitamos esta conveniencia a nivel material, pero no a niveles más profundos. Por lo tanto, si tú puedes verte en tu estado virtual, todo el caos y el remolino de las galaxias tendrían perfectamente sentido, porque forman un modelo desplegándose en perfecta simetría. Visto desde esta perspectiva, el punto final de toda creación es ahora, cuando todo el cosmos ha conspirado para crearnos a ti y a mí sentados aquí en este mismo segundo.»

No hay nada más fascinante que mirar cómo la ciencia confunde sus límites con el espíritu. No hay palabras más fáciles para la zona de transición que «quantum» y palabras más fáciles para Dios que «virtual». Para seguir la pista de un milagro debemos ir a estos terrenos, ya que los milagros nos indican que la realidad no empieza y termina en lo material. Una vez un joven discípulo preguntó a un famoso gurú en la India «¿Cómo encontraré a Dios? No veo evidencia alguna de que esté en todas partes, y millones de personas viven bien sin él. Sin Dios todo sucede en espacio y tiempo. Es el mundo al que estamos acostumbrados.» El gurú replicó: «Espacio y tiempo son como una red en la que estás atrapado, pero las redes tienen siempre agujeros. Debes encontrar uno de los agujeros y saltar por él. Entonces, Dios será obvio.»1 Todas las tradiciones religiosas contienen este tipo de escapatorias, rutas de escape hacia un mundo que está por detrás de nosotros. En el evangelio de san Tomás, Jesús dice que su papel en esta vida es desviar a sus discípulos de la regla de los cinco sentidos, que están confinados totalmente al espacio-tiempo: «Os daré lo que el ojo no ha visto y lo que la oreja no ha oído y lo que no ha sido tocado y lo que nunca se le había ocurrido a la mente humana.»2

Jesús hizo esta promesa cada vez que obró cada uno de sus aproximadamente treinta milagros, pero es fascinante observar que, a menudo, fueron hechos con considerable reticencia, como si fueran cosas fuera de lugar. Lo que sí era real era ver que nuestros sentidos no son fiables en absoluto. El leproso incurable aparece sólo de esta forma, los panes y los peces son una ilusión, y la tempestad en el mar de Galilea puede ser calmada por un único acto de voluntad. Después de sanar al leproso con sólo tocarlo, Jesús parece especialmente impaciente con todos aquellos que están llenos de respeto por lo que ha hecho.

      Entonces Jesús lo despidió con esta severa advertencia: «Asegúrate de no decir nada a nadie. Ve y          muéstrate a los sacerdotes y haz la ofrenda prescrita por Moisés para tu purificación; con esto                 certificarás la curación.»

Naturalmente, el hombre tan milagrosamente sanado no pudo controlarse y se lo dijo a todos aquellos con los que se encontró. El rumor se fue extendiendo hasta que Jesús no pudo ya permanecer en la ciudad a causa del tumulto. Una numerosa multitud quería ver milagros, por lo que tuvo que huir al campo, pero la gente continuó siguiéndolo. ¿Estaríamos también nosotros tan llenos de respeto como para perdernos lo más importante? Yo pienso que sí. Actualmente, en la India hay una mujer santa muy conocida de la que se dice que ha curado a un leproso con sólo tocar sus llagas, y también recuerdo haber leído que un gurú acostumbraba a dejar entrar en su casa a cualquiera los días de fiesta, respetando las sagradas leyes de la hospitalidad. Como no era rico, sus seguidores se sentían molestos al ver que cientos de invitados se presentaban a su puerta para comer. El gurú se limitó a sonreír y dio unas extrañas instrucciones. «Id sirviendo a todo el mundo de estas ollas de arroz y lentejas —dijo—, pero antes cubridlas con un paño.» Las ollas fueron cubiertas para que nadie pudiera ver en su interior y, a medida que los cucharones se iban introduciendo en ellas, iba habiendo más comida para servir. De esta forma, el gurú obró el mismo milagro que Jesús.

Es fácil sentir respeto por estas historias, pero ¿nos ayudan cuando queremos conocer los hechos? A partir de nuestro temor, hemos desarrollado muchas supersticiones y fábulas e incluso, a menudo, hemos abrigado falsas esperanzas. Sin embargo, de la imprecisa mezcla de cuentos y milagros empieza a emerger una realidad única. En su libro Breve historia del tiempo, Stephen Hawking nos dice que si explorásemos a fondo las leyes de la naturaleza, algún día conoceríamos la mente de Dios.3 Con ello reproduce la famosa observación de Einstein: «Quiero saber cómo piensa Dios; todo lo demás no son más que detalles.» Como era un excepcional visionario, espero que Einstein aceptaría como punto de partida la siguiente división en niveles del pensamiento divino:

 



Campo virtual = campo del espíritu

Campo cuántico = campo de la mente

Realidad material = campo de la existencia física