Lyon 3
octubre 1804 – París 31 marzo 1869
CAPÍTULO
VIII
EMANCIPACIÓN
DEL ALMA
1. El dormir y los sueños. – 2. Visitas espíritas entre
personas vivas. – 3. Transmisión oculta del pensamiento. – 4. Letargo,
catalepsia. Muertes aparentes. – 5. Sonambulismo. – 6. Éxtasis – 7. Segunda
vista. – 8. Resumen teórico del sonambulismo, del éxtasis y de la segunda
vista.
EL
DORMIR Y LOS SUEÑOS
– ¿El Espíritu
encarnado permanece voluntariamente en su envoltura corporal?
– Es como si preguntases si el prisionero se alegra con la
prisión. El Espíritu encarnado aspira sin cesar a su liberación y cuanta más
grosera es la envoltura, más desea librarse de ella.
– Durante el
sueño, ¿descansa el alma como el cuerpo?
– No, el Espíritu jamás está inactivo. Durante el sueño,
los lazos que le unen al cuerpo se aflojan y el cuerpo no necesita del
Espíritu. Entonces recorre el espacio y entra en relación más directa con otros
Espíritus.
– ¿Cómo podemos
apreciar la libertad del Espíritu durante el sueño?
– Por los sueños. Bien puedes creer que cuando reposa el
cuerpo, el Espíritu posee más facultades que en vigilia. Tiene conocimiento del
pasado y algunas veces previsión del futuro.
Adquiere mayor energía y puede entrar en comunicación con
otros Espíritus, ya sea en este mundo, ya en otro. Muchas veces dices: He
tenido un sueño estrambótico, horrible; pero inverosímil. Te equivocas, pues
con frecuencia es recuerdo de lugares y cosas que has visto o presentimiento de
lo que verás en otra existencia o en otra época. Estando el cuerpo entorpecido, el Espíritu se esfuerza en
romper sus cadenas, inquiriendo en el pasado y en el futuro.
¡Pobres hombres, cuán poco conocéis los fenómenos más
simples de la vida! Creéis ser muy sabios y las cosas más insignificantes os
ponen en aprieto. Quedáis turbados con esta pregunta que os dirigen todos los
niños: ¿Qué hacemos mientras dormimos y qué es el sueño?
El sueño libera parcialmente el alma del cuerpo. Cuando se
duerme, se está por un momento en el mismo estado en que se encuentra el
hombre, de manera fija, después de la muerte. Los Espíritus que con prontitud
se separan de la materia en el acto de la muerte, han tenido sueños
inteligentes. Cuando duermen, se reúnen a la sociedad de otros seres superiores
a ellos; viajan, hablan y se instruyen con ellos, y hasta trabajan en obras que
encuentran hechas al morir. Esto debe enseñaros una vez más, a no temer a la
muerte, puesto que morís todos los días, según las palabras del santo. Esto
respecto de los Espíritus elevados. Pero, la mayoría de los hombres que, al
morir, han de permanecer largas horas en turbación, en esa incertidumbre de qué
os han hablado, esos van a mundos inferiores a la Tierra, a donde les llaman
antiguos afectos, o buscan quizá placeres más bajos que los que tienen y
doctrinas más viles aún, más innobles, más nocivas que las que entre vosotros
profesan. Y lo que engendra la simpatía en la Tierra no es otra cosa que el
hecho de sentirse uno al despertar, aproximado por el corazón a aquellos con
quienes se acaban de pasar ocho o nueve horas de dicha o de placer. Explica
también esas antipatías invencibles el conocer en el fondo del corazón que
tales gentes tienen distinta conciencia de la nuestra; porque las reconocemos
sin haberlas visto nunca con los ojos. Explica asimismo la indiferencia; porque
no nos inclinamos a buscar nuevos amigos, sabiendo que tenemos otros que nos
aman y nos quieren. En una palabra, el sueño influye en vuestra vida más de lo
que pensáis.
Por medio del sueño, los Espíritus encarnados están siempre
en relación con el mundo de los Espíritus; y por esto los superiores consienten
sin mucha repugnancia en encarnarse entre vosotros. Dios ha querido que,
durante su contacto con el vicio, puedan ir a renovarse en las fuentes del
bien, para que ellos, que vienen a instruir a otros, no fallen también. El
sueño es la puerta que Dios les abrió para que vayan hasta sus amigos del
cielo. Es el recreo después del trabajo, mientras esperan la gran liberación,
la liberación final que debe restituirlos a su verdadero medio.
El sueño es el recuerdo de lo que vuestro Espíritu ha visto
mientras dormíais; pero observad que no siempre soñáis; porque no recordáis
siempre lo que habéis visto. Vuestra alma no está en pleno desdoblamiento y
muchas veces el sueño no es más que el recuerdo de la turbación que se une a
vuestra partida o a vuestro regreso, al cual se junta el de lo que habéis hecho
o lo que os preocupó en estado de vigilia. Y de no ser así, ¿Cómo explicaríais
esos sueños absurdos que tiene tanto el más sabio, como el más ignorante? Los
Espíritus malos se aprovechan también de los sueños para atormentar a las almas
débiles y pusilánimes.
Por lo demás, dentro de poco veréis desarrollarse otra
especie de sueños, que aunque tan antigua como la que conocéis, la ignoráis
ahora. El sueño de Juana, de Jacob, de los Profetas judaicos y de algunos
adivinos hindúes. Ese sueño es el recuerdo del alma, completamente separada del
cuerpo, el recuerdo de esa segunda vida de la que siempre os hablo.
Procurad distinguir bien estas dos especies de sueños en
aquellos que recordáis; pues sin ello caeríais en contradicciones y errores que
serían funestos a vuestra fe.
Los sueños son producto de la emancipación del alma, que se
hace más independiente por la suspensión de la vida activa y de relación. De
aquí una especie de clarividencia indefinida que se extiende a los más lejanos
lugares, o a los que jamás se han visto y a veces hasta a otros mundos, así
como el recuerdo que trae a la memoria los acontecimientos ocurridos en la
presente existencia o en las existencias anteriores. La rareza de las imágenes
de lo que ocurre o ha ocurrido en mundos desconocidos, entremezcladas con las
cosas del mundo actual, forman esos conjuntos estrambóticos y confusos que
parece que no tienen sentido ni trabazón.
La incoherencia de los sueños se explica también por los
claros que produce el recuerdo incompleto de lo que se nos ha aparecido mientras
dormimos. Tal sucedería con un relato del cual se hubiesen sacado al acaso
frases o partes de estas, pues reunidos los fragmentos restantes carecerían de
significación razonable.
– ¿Por qué no
nos recordamos siempre de los sueños?
– Lo que tú llamas dormir no es más que el descanso del
cuerpo, porque el Espíritu está siempre en movimiento. Así recobra algo de su
libertad y se comunica con los que ama, ya en éste, ya en otros mundos. Pero
como el cuerpo es materia pesada y grosera, difícilmente conserva las
impresiones que ha recibido el Espíritu; porque no las ha percibido por medio
de los órganos del cuerpo.
– ¿Qué debe
pensarse de la significación atribuida a los sueños?
– Los sueños no son verdaderos en el sentido que entienden
los que dicen la buenaventura; porque es absurdo creer que soñar tal cosa
anuncia tal otra. Pero son verdaderos en el sentido de que presentan imágenes
reales al Espíritu, pero con frecuencia no guardan relación con lo que ocurre
en la vida corporal. Muchas veces, también, como ya lo hemos dicho, son un
recuerdo, y por fin, pueden ser a veces, un presentimiento del futuro, si Dios
lo permite, o la videncia de lo que pasa en ese momento en otro lugar, para
donde se transporta el alma. ¿No tenéis numerosos ejemplos de personas que se
aparecen en sueños y advierten a sus parientes o amigos lo que les pasa? ¿Qué
son esas apariciones sino el alma o Espíritu de esas personas que viene a
comunicarse con el vuestro? Cuándo tenéis certeza de que realmente ha sucedido
lo que habéis visto, ¿no es una prueba de que ninguna parte ha tomado la
imaginación, sobre todo si lo ocurrido está muy lejos de vuestro pensamiento
durante la vigilia?
– Con frecuencia
se ven en sueños cosas que parecen presentimientos y que no se cumplen, ¿de
dónde procede esto?
– Pueden cumplirse para el Espíritu, ya que no para el
cuerpo, es decir, que el Espíritu ve lo que desea, porque va a buscarla. Es
preciso no olvidarse que, durante el sueño, el alma está más o menos bajo la
influencia de la materia y que por lo tanto nunca se emancipa completamente de
las ideas terrestres. Resulta de aquí que las preocupaciones de durante el día
pueden dar a lo que se ve la apariencia de lo que se desea o teme, lo que puede
verdaderamente llamarse efecto de la imaginación. Cuando se está fuertemente
preocupado por una idea, se refiere a ella todo lo que se ve.
– Cuándo vemos
en sueños a personas que viven aún, a quienes conocemos perfectamente,
realizando actos en que ni siquiera piensan, ¿no es efecto de la imaginación?
– En que ni siquiera piensan, ¿Qué sabes tú? Su Espíritu
puede muy bien venir a visitar el tuyo, como el tuyo puede ir a visitar el
suyo, y no siempre sabes lo que piensa. Además, con frecuencia, atribuís a las
personas que conocéis y según vuestros deseos lo que ha ocurrido u ocurre en
otras existencias.
– ¿Es necesario
el sueño completo para la emancipación del Espíritu?
– No, el Espíritu recobra su libertad, cuando los sentidos
se entorpecen y aprovecha para emanciparse todos los momentos que le
proporciona el cuerpo. Desde el instante que existe postración de fuerzas
vitales, el Espíritu se desprende, gozando de mayor libertad a medida que el
cuerpo es más débil. Por esto el dormitar o un simple entorpecimiento de los
sentidos, ofrece a veces las mismas imágenes que el sueño.
– A veces nos
parece oír dentro de nosotros mismos palabras claramente pronunciadas, que
ninguna relación tiene con lo que nos ocupa, ¿de dónde procede esto?
– Sí, y hasta frases enteras, sobre todo cuando los sentidos
comienzan a entorpecerse. A veces es el débil eco de un Espíritu que quiere
comunicarse contigo.
– Con
frecuencia, en un estado que no es aún el de dormitar, cuando tenemos los ojos
cerrados, vemos imágenes distintas, figuras cuyos más mínimos detalles
apreciamos. ¿Es esto efecto de visión o de imaginación?
– Estando entorpecido el cuerpo, el Espíritu procura romper
sus cadenas. Se transporta y ve. Si estuviese completamente dormido, sería un
sueño.
– A veces
mientras la gente duerme o dormita tiene ideas que parecen muy buenas y que a
pesar de los esfuerzos que hace para recordarlas, se borran de la memoria. ¿De
dónde provienen esas ideas?
– Son resultado de la libertad del Espíritu que se emancipa
y goza de mayores facultades en aquel momento. Con frecuencia, son consejos que
dan otros Espíritus.
– ¿Para qué sirven esas ideas o consejos, puesto que no los
recordamos ni podemos aprovecharlos?
– A veces esas ideas pertenecen más al mundo de los
Espíritus que al corporal; pero lo más común es que si el cuerpo olvida, el
Espíritu las recuerda y la idea acude en el momento oportuno como una
inspiración instantánea.
– El Espíritu
encarnado, en los momentos en que se desprende de la materia y actúa como
Espíritu, ¿conoce la época de su muerte?
– Con frecuencia la presiente y algunas veces tiene plena
conciencia, lo cual le da en estado de vigilia intuición de ella. De aquí que
ciertas personas prevean a veces su muerte con gran exactitud.
– La actividad
del Espíritu durante el descanso o sueño del cuerpo, ¿puede hacer que éste
experimente cansancio al despertarse?
– Sí; porque el Espíritu tiene un cuerpo, como el globo
aerostático tiene un poste donde está atado, y de la misma forma que la
agitación del globo agita el poste, la actividad del Espíritu reacciona sobre
el cuerpo y puede hacerle experimentar cansancio.
VISITAS
ESPÍRITAS ENTRE PERSONAS VIVAS.
– Del principio
de la emancipación del alma durante el sueño, parece resultar que tenemos una
doble y simultánea existencia: la del cuerpo que nos da la vida de relación
exterior y la del alma que nos da la vida de relación oculta. ¿Es exacto esto?
– En el estado de emancipación, la vida del cuerpo cede
lugar a la vida del alma; pero propiamente hablando, no son dos existencias:
más bien, son dos fases de la misma existencia, porque el hombre no vive
doblemente.
– Dos personas
que se conocen, ¿pueden visitarse durante el sueño?
– Sí, y muchas otras que creen no conocerse se reúnen y
conversan. Sin sospecharlo, puedes tener amigos en otros países. El hecho de
visitar, durante el sueño, a personas que pueden seros útiles, amigos,
parientes y conocidos es tan frecuente, que casi todas las noches lo
verificáis.
– ¿Cuál puede
ser la utilidad de esas visitas nocturnas, puesto que no las recordamos?
– Generalmente al despertar se conserva la intuición, y con
frecuencia origina ciertas ideas espontáneas que no se explican y son las
mismas que se han adquirido durante aquellas conversaciones.
– ¿Puede el
hombre por medio de su voluntad provocar las visitas espíritas? ¿Puede, por
ejemplo, decir al dormirse: Quiero encontrarme esta noche en Espíritu con tal
persona, hablarle y decirle tal cosa?
– He aquí lo que ocurre. Al adormecerse el hombre, se
despierta su Espíritu, y con frecuencia, lo que ha resuelto el hombre, está muy
lejos de seguirlo el Espíritu, porque la vida del hombre interesa poco al
Espíritu, cuando está desprendido de la materia. Esto se aplica a los hombres
ya bastante elevados; pues los otros pasan de muy distinto modo su existencia
espiritual, se entregan a sus pasiones o permanecen inactivos. Puede suceder,
pues, que según el motivo que se propuso, el Espíritu vaya a visitar a las
personas que se desea; pero aunque tenga esa voluntad estando despierto, no es
una razón para que así suceda.
– Un cierto
número de Espíritus encarnados, ¿pueden reunirse en asambleas?
– Sin ninguna duda. Los lazos de amistad antiguos o
recientes, reúnen con frecuencia de este modo a diversos Espíritus que son
felices estando juntos. Por la palabra antiguo es preciso entender los lazos de
amistad contraídos en otras existencias anteriores. Traemos, al despertar, una
intuición de las ideas que adquirimos en esas conversaciones ocultas, pero
ignoramos su origen.
– Una persona
que creyese muerto a uno de sus amigos, no estándolo, ¿podría encontrarse con
él en Espíritu y saber así que está vivo? ¿Podría en ese caso, tener la
intuición al despertar?
– Como Espíritu puede, ciertamente, verlo y conocer su
suerte; si la creencia de que está muerto su amigo, no la tiene impuesta como
una prueba, tendrá un presentimiento de su existencia, como podrá tenerlo de su
muerte.
TRANSMISIÓN
OCULTA DEL PENSAMIENTO
– ¿Por qué la
misma idea, la de un descubrimiento, por ejemplo, se produce en varios puntos
al mismo tiempo?
– Ya dijimos que durante el sueño los Espíritus se
comunican entre sí. Pues bien, cuando el cuerpo despierta, el Espíritu se
recuerda de lo que aprendió y el hombre cree haberlo inventado. Así es como
muchos pueden encontrar la misma cosa a la vez. Cuando decís que una idea está
en el aire, usáis una figura más exacta de lo que creéis y cada uno contribuye
a propagarla sin sospecharlo. De este modo nuestro Espíritu revela con
frecuencia y sin nuestro conocimiento, a otros Espíritus, el objeto de nuestras
preocupaciones durante la vigilia.
– ¿Pueden
comunicarse los Espíritus, estando el cuerpo completamente despierto?
– El Espíritu no está encerrado en el cuerpo como en una
caja, pues irradia por todos los lados. Por eso puede comunicarse con otros
Espíritus aún en estado de vigilia, aunque en ese caso lo haga con mayor
dificultad.
– ¿Por qué dos
personas, perfectamente despiertas, tienen en el mismo instante, una misma
idea?
– Son dos Espíritus simpáticos que se comunican y ven
recíprocamente, sus pensamientos, aun cuando no duerma el cuerpo. Hay entre los
Espíritus que se encuentran una comunicación que hace que dos personas se vean
y se comprendan sin acudir a los signos externos del lenguaje. Podría decirse
que se hablan en el lenguaje de los Espíritus.
LETARGO,
CATALEPSIA Y MUERTES APARENTES.
– Los letárgicos
y catalépticos ven y oyen generalmente lo que pasa alrededor de ellos, pero no
pueden manifestarlo. ¿Ven y oyen con los ojos y oídos del cuerpo?
– No, por el Espíritu, que se reconoce, pero no puede
comunicarse.
– ¿Por qué no puede
comunicarse?
– El estado del cuerpo se opone a ello. Este estado
particular de los órganos os da la prueba de que hay en el hombre algo más que
el cuerpo, puesto que al no funcionar el cuerpo, actúa el Espíritu.
– En el letargo,
¿puede el Espíritu separarse enteramente del cuerpo, de modo, que dé a éste
todas las apariencias de la muerte y volver a él enseguida?
– En el letargo no está muerto el cuerpo, puesto que hay
funciones que permanecen. La vitalidad está en estado latente, como en la
crisálida, pero no está aniquilada. Pues, el Espíritu está tan unido al cuerpo,
que vive. Una vez rotos los lazos por la muerte real y la disgregación de los
órganos, la separación es completa y no vuelve más el Espíritu. Cuando un
hombre que tiene las apariencias de la muerte regresa a la vida, es porque la
muerte no era completa.
– Por medio de
cuidados prestados a tiempo, ¿se pueden reanudar los lazos que están a punto de
romperse y volver a la vida a un ser que moriría definitivamente por falta de
auxilios?
– Sin duda que sí, y cada día tenéis la prueba de ello. Con
frecuencia el magnetismo es en este caso un poderoso remedio; porque restituye
al cuerpo el fluido vital que le falta y que no era suficiente para mantener el
funcionamiento de los órganos.
El letargo y la catalepsia tienen el mismo principio, que
es la pérdida momentánea de la sensibilidad y del movimiento por una causa
fisiológica inexplicada aún. Se diferencian en que en el letargo la suspensión
de las fuerzas vitales es general y da al cuerpo todas las apariencias de la
muerte. En la catalepsia está localizada y puede afectar una parte más o menos
extensa del cuerpo, de modo que deje a la inteligencia en libertad de manifestarse,
lo que impide que se la confunda con la muerte. El letargo siempre es natural;
la catalepsia a veces es espontánea, pero puede ser provocada y destruida
artificialmente por la acción magnética.
SONAMBULISMO
– ¿El
sonambulismo natural, tiene relación con los sueños? ¿Cómo puede explicarse?
– Es una independencia del alma más completa que la del
sueño y entonces están más desarrolladas las facultades. Tiene el alma
percepciones que no tenía en el sueño, que es un estado incompleto de
sonambulismo. En el sonambulismo el Espíritu es completamente él mismo. Estando
hasta cierto punto los órganos materiales en estado cataléptico, no reciben las
impresiones exteriores. Este estado se manifiesta especialmente durante el
sueño, momento en que puede el Espíritu abandonar provisionalmente el cuerpo,
quedando éste entregado al descanso indispensable a la materia. Cuando se
producen los hechos sonambúlicos, es que el Espíritu preocupado por una cosa o
por otra, se entrega a alguna acción que requiere el uso del cuerpo, del cual
se sirve entonces de un modo análogo al uso que se hace de una mesa o cualquier
otro objeto material en los fenómenos de manifestación física, o de la mano en
las comunicaciones escritas. En los sueños de que se tiene conciencia, los órganos,
incluso los de la memoria, comienzan a despertarse; reciben imperfectamente las
impresiones producidas por los objetos o causas externas y las comunican al Espíritu que, reposando también entonces, no recibe más que
sensaciones confusas e incoherentes con frecuencia y sin ninguna razón aparente
de ser, mezcladas como están de vagos recuerdos, ya de esta existencia, ya de
las anteriores. Fácil es entonces comprender por qué los sonámbulos no tienen
ningún recuerdo y por qué los sueños cuyo recuerdo conservamos, no tienen
sentido alguno las más de las veces. Digo frecuentemente porque sucede que son
consecuencia de un recuerdo exacto de acontecimientos de una vida anterior y
algunas veces hasta una especie de intuición del futuro.
– El llamado
sonambulismo magnético, ¿tiene relación con el sonambulismo natural?
– Es la misma cosa, excepto que el primero es provocado.
– ¿Cuál es la
naturaleza del agente llamado fluido magnético?
– Fluido vital, electricidad animalizada, que son
modificaciones del fluido universal.
– ¿Cuál es la
causa de la clarividencia sonambúlica?
– Ya lo hemos dicho: es el alma que ve.
– ¿Por qué razón
el sonámbulo puede ver a través de los cuerpos opacos?
– No hay cuerpos opacos sino para vuestros órganos
groseros. ¿Acaso no hemos dicho que para el Espíritu no es un obstáculo la
materia, puesto que libremente la penetra? Con frecuencia os dice que ve con la
frente, con la rodilla, etc., porque sujetos vosotros completamente a la
materia, no comprendéis que pueda ver sin auxilio de los órganos, y hasta él
mismo en virtud de vuestro deseo, cree tener necesidad de esos órganos. Pero si
le dejaseis en libertad, comprendería que ve por todas las partes de su cuerpo,
o por mejor decir, ve fuera de su cuerpo.
– Puesto que la
clarividencia del sonámbulo es la de su alma o Espíritu, ¿por qué no lo ve todo
y por qué se equivoca con frecuencia?
– Ante todo no es dado a los Espíritus imperfectos verlo y
conocerlo todo. Bien sabes que participan aún de vuestros errores y prejuicios,
y además, cuando están ligados a la materia no gozan de todas las facultades
del Espíritu. Dios ha dado al hombre esta facultad con un fin útil y grave, y
no para enseñarle lo que no debe saber. He aquí por qué los sonámbulos no
pueden decirlo todo.
– ¿Cuál es el
origen de las ideas innatas del sonámbulo y cómo puede hablar con exactitud de
cosas que ignora, estando despierto y que son hasta superiores a su capacidad
intelectual?
– Sucede que el sonámbulo posee más conocimientos de los
que le supones, pero ellos dormitan; porque su envoltura es demasiado
imperfecta para que pueda recordarlos. Pero, ¿Qué es en definitiva? Como
nosotros, un Espíritu encarnado en la materia para cumplir su misión, y el
estado en que entra le despierta de su letargo. Te hemos dicho con frecuencia
que revivimos muchas veces, y este cambio es el que te hace perder
materialmente lo que ha podido aprender en una existencia precedente. Cuando se
encuentra en un estado que tú llamas crisis, lo recuerda; pero no siempre de un
modo completo. Sabe, pero no podría decir dónde ha aprendido, ni cómo posee los
conocimientos. Pasada la crisis, desaparece todo recuerdo, y el sonámbulo
vuelve a la oscuridad.
La experiencia demuestra que los sonámbulos reciben también
comunicaciones de otros Espíritus que le transmiten lo que debe decir, y suplen
su insuficiencia. Eso se ve, sobre todo en las prescripciones médicas: el
Espíritu del sonámbulo ve el mal, y otro le indica el remedio. Esta doble
acción es patente a veces y se revela además por estas expresiones bastante
frecuentes: se me dice que diga, o se me prohíbe que diga tal cosa. En este
último caso siempre es peligroso insistir en obtener una revelación que se
niega; porque entonces, son atrapados por los Espíritus ligeros que hablan de
todo sin escrúpulos y sin preocuparse con la verdad.
– ¿De qué modo
se explica la vista a distancia de ciertos sonámbulos?
– ¿No se transporta el alma durante el sueño? Pues, es la
misma cosa en el sonambulismo.
– El desarrollo
mayor o menor de la clarividencia sonambúlica, ¿depende de la organización
física, o de la naturaleza del Espíritu encarnado?
– De la una y de la otra, puesto que hay disposiciones
físicas que permiten al Espíritu desprenderse más o menos fácilmente de la
materia.
– Las facultades
de que gozan los sonámbulos, ¿son las mismas del Espíritu después de la muerte?
– Hasta cierto punto, porque es preciso tener en cuenta la
influencia de la materia a que está aún sujeto.
– ¿Puede ver el
sonámbulo a otros Espíritus?
– La mayoría los ve muy bien; esto depende del grado y la
naturaleza de su lucidez. Pero, algunas veces, no perciben todo al principio y
los toman por seres corporales; eso ocurre, sobre todo a los que ningún
conocimiento tienen del Espiritismo. No comprenden aún la esencia de los
Espíritus, les asombra su presencia y por esta razón creen ver personas vivas.
El mismo efecto se produce en el momento de la muerte, en
los que aún se creen vivos. Pues, les parece que nada ha cambiado a su
alrededor, paréceles que los Espíritus tienen cuerpos semejantes a los
nuestros, y toman la apariencia del suyo por un cuerpo real.
– El sonámbulo
que ve a distancia, ¿ve desde el punto en que está su cuerpo, o desde aquel
donde está su alma?
– ¿A qué esta pregunta, siendo el alma la que ve y no el
cuerpo?
– Puesto que es
el alma la que se transporta, ¿Cómo puede el sonámbulo experimentar en su
cuerpo las sensaciones de calor o frío del lugar donde se encuentra su alma y
que está a veces muy lejos de su cuerpo?
– El alma no deja completamente el cuerpo al cual está
siempre ligada por un lazo que es el conductor de las sensaciones. Cuando dos
personas se comunican de una a otra ciudad por medio de la electricidad, ésta
es el lazo de los pensamientos de aquéllas. Por esta razón se comunican como si
estuviesen una al lado de la otra.
– El uso que
hace un sonámbulo de su facultad, ¿influye en el estado de su Espíritu después
de la muerte?
– Mucho, como el buen y el mal uso de todas las facultades
que Dios ha dado al hombre.
ÉXTASIS
– ¿Qué
diferencia existe entre el éxtasis y el sonambulismo?
– El éxtasis es un sonambulismo más depurado; el alma del
extático es más independiente aún.
– El Espíritu
del extático, ¿penetra realmente en los mundos superiores?
– Sí, los ve y comprende la felicidad de los que habitan
allí y por eso le gustaría quedarse allá. Pero hay mundos inaccesibles a los
Espíritus que no están purificados.
– Cuándo el
extático expresa el deseo de dejar la Tierra, ¿habla sinceramente sin que le detenga
el instinto de conservación?
– Eso depende del grado de evolución del Espíritu; si ve
que su posición futura es mejor que la vida presente, se esfuerza en romper los
lazos que le sujetan a la Tierra.
– ¿Si se
abandonase el extático a sí mismo, su alma podría dejar definitivamente el
cuerpo?
– Sí, puede morir y por esto es necesario atraerlo con todo
aquello que pueda ligarlo a este mundo, sobre todo haciéndole comprender que si
rompiese la cadena que le sujeta, eso sería suficiente motivo para que no
permaneciese donde él ve que sería feliz.
– Existen cosas
que el extático pretende ver y que evidentemente son producto de una
imaginación impresionada por las creencias y prejuicios terrestres. ¿Entonces,
todo lo que ve no es real?
– Todo lo que ve es real para él; pero como su Espíritu
está siempre bajo la influencia de las ideas terrestres, puede verlo a su modo,
o por mejor decirlo, expresarlo en un lenguaje apropiado a sus prejuicios y a
las ideas en que se ha educado, o a las vuestras, a fin de darse a comprender
mejor. Sobre todo en este sentido puede equivocarse.
– ¿Con qué grado
de confianza se pueden valorar las revelaciones de los extáticos?
– El extático puede equivocarse con mucha frecuencia, sobre
todo cuando quiere penetrar lo que debe ser un misterio para el hombre; porque
entonces se entrega a sus propias ideas o se torna un juguete de Espíritus
mentirosos que aprovechan su entusiasmo para fascinarlo.
– ¿Qué
consecuencias pueden sacarse de los fenómenos de sonambulismo y del éxtasis?
¿No serían una especie de iniciación a la vida futura?
– Mejor dicho, es la vida pasada y la vida futura lo que el
hombre entrevé. Que estudie esos fenómenos y encontrará allí la solución a más
de un misterio que su razón procura inútilmente penetrar.
– ¿Los fenómenos
del sonambulismo y del éxtasis pueden conciliarse con el materialismo?
– El que los estudia de buena fe y sin prevención, no puede
ser ni materialista ni ateo.
SEGUNDA
VISTA
– Los fenómenos
designados con el nombre de segunda vista, ¿tienen alguna relación con el sueño
y el sonambulismo?
– Todo eso es una misma cosa. Lo que llamas segunda vista
es también el Espíritu gozando de mayor libertad, aunque no esté adormecido el
cuerpo. La segunda vista es la vista del alma.
– ¿Es permanente
la segunda vista?
– La facultad, sí; el ejercicio, no. En los mundos menos
materiales que el vuestro, los Espíritus se desprenden más fácilmente y se
comunican sólo por el pensamiento sin excluir, empero, el lenguaje articulado.
También la doble vista, es allí, para la mayoría una facultad permanente. Su
estado normal puede ser comparado al de vuestros sonámbulos lúcidos y es
también la razón de que se os manifiesten más fácilmente que los que están
encarnados en cuerpos groseros.
– ¿La segunda
vista se desarrolla espontáneamente o a voluntad del que está de ella dotado?
– Lo más frecuente es que sea espontánea, pero, muchas
veces, también la voluntad ejerce un gran papel. Toma por ejemplo a ciertas
personas llamadas adivinos entre las que hay algunas que tienen un cierto poder
y verás que es la voluntad la que les ayuda a desarrollar la segunda vista, la
que llamas videncia.
– ¿La segunda
vista es susceptible de desarrollo por medio del ejercicio?
– Sí, el trabajo conduce siempre al progreso y el velo que
cubre las cosas se hace menos compacto.
– ¿Depende esta
facultad de la organización física?
– Ciertamente, la organización desempeña un papel, aunque,
existen organizaciones que son refractarias.
– ¿Por qué la
segunda vista parece hereditaria en ciertas familias?
– Semejanza de organización que se trasmite como las otras
cualidades físicas y después, desarrollo de la facultad por una especie de
educación, que se transmite también de uno a otro.
– ¿Es verdad que
ciertas circunstancias desarrollan la segunda vista?
– La enfermedad, la proximidad de un peligro y de una gran
conmoción pueden desarrollarla. El cuerpo está a veces en un estado particular
que permite ver al Espíritu lo que no podéis ver con los ojos del cuerpo.
Las épocas de crisis y de calamidades, las grandes
emociones, todas las causas que sobreexcitan la parte moral, provocan a veces
el desarrollo de la segunda vista. Parece que la Providencia, frente a un
peligro, nos da el modo de conjurarlo. Todas las sectas y partidos perseguidos
ofrecen numerosos ejemplos.
– Las personas
dotadas de segunda vista, ¿tienen siempre conciencia de ella?
– No siempre. Para ellas es una cosa natural y muchos creen
que si todo el mundo se observase, cada uno debería ser lo mismo.
– ¿Podría
atribuirse a una especie de segunda vista la perspicacia de ciertas personas
que sin tener nada de extraordinario, juzgan las cosas con más precisión que
otras?
– Siempre es el alma que irradia más libremente y que juzga
mejor que bajo el velo de la materia.
– ¿Puede esta
facultad dar en ciertos casos el conocimiento previo de las cosas?
– Sí, y da también los presentimientos, porque existen
varios grados en esa facultad y la misma persona puede tenerlos todos, o tan
solo algunos.
RESUMEN
TEÓRICO DEL SONAMBULISMO, DEL ÉXTASIS Y DE LA SEGUNDA VISTA
– Los fenómenos
del sonambulismo natural se producen espontáneamente y son independientes de
toda causa exterior conocida. Pero, en ciertas personas dotadas de una
organización especial, pueden ser provocados artificialmente por la acción de
un agente magnético.
El estado designado con el nombre de sonambulismo magnético
no difiere del sonambulismo natural sino en que uno es provocado, mientras el
otro es espontáneo. El sonambulismo natural es un hecho notorio que nadie
piensa poner en duda, a pesar de los maravillosos fenómenos que presenta. ¿Qué
tiene, pues, de más extraordinario, o de más irracional, el sonambulismo
magnético, porque es producido artificialmente como tantas otras cosas? Se dice
que los charlatanes lo han explotado; razón de más para no abandonarlo en sus
manos. Cuando la ciencia se lo haya apropiado, el charlatanismo tendrá mucho
menos crédito en las masas. Pero, hasta allá, como el sonambulismo natural o
artificial es un hecho, y contra los hechos no existe razonamiento posible, se
propaga, a pesar de la mala voluntad de algunos, y hasta en la misma Ciencia
donde entra por una multitud de puertecillas, en lugar de pasar por una grande.
Cuando esté allá plenamente instalado, será preciso concederle derecho de
ciudadanía.
Para el Espiritismo, el sonambulismo es algo más que un
fenómeno psicológico, es una luz derramada sobre la psicología. Es allí donde
se puede estudiar el alma porque se muestra al descubierto. Ahora bien, uno de
los fenómenos que la caracterizan es la clarividencia independiente de los
órganos ordinarios de la vista.
Los que impugnan este hecho se apoyan en que el sonámbulo
no ve siempre y a voluntad del experimentador, como con los ojos. Pero, ¿hemos
de admirarnos que, siendo diferentes los medios, no sean los mismos los
efectos? ¿Es racional exigir efectos idénticos, cuando el instrumento no existe
ya? El alma tiene sus propiedades como el ojo tiene las suyas; es necesario
juzgarlas por ellas mismas y no por analogía.
La causa de la clarividencia del sonámbulo magnético y del
sonámbulo natural es idénticamente la misma: es un atributo del alma, una
facultad inherente a todas las partes del ser incorporal que está en nosotros y
que no tiene más límites que los señalados a la misma alma. Él ve por todas
partes donde su alma se puede transportar, cualquiera que sea la distancia.
En la vista a distancia, el sonámbulo no ve las cosas desde
el punto donde está su cuerpo y como por un efecto telescópico. Las ve presentes
y como si estuviese sobre el lugar donde ellas existen, porque su alma está
allí en realidad. Por eso su cuerpo está como anonadado y parece privado de
sentimientos, hasta que el alma vuelve adueñarse de él.
Esta separación parcial del alma y del cuerpo es un estado
anormal que puede tener una duración más o menos extensa, pero no indefinida y
es la causa de la fatiga que el cuerpo experimenta después de cierto tiempo,
sobre todo cuando el alma se consagra a un trabajo activo.
No estando circunscripta la vista del alma o del Espíritu y
no teniendo lugar determinado, queda explicado por qué los sonámbulos no le
pueden señalar un órgano especial. Ven porque ven, sin saber cómo ni por qué,
no teniendo para ello, como Espíritus, lugar determinado la vista. Si se
refieren a su cuerpo, les parece que este centro principal está en los puntos
donde la actividad vital es mayor, principalmente en el cerebro, en la región
epigástrica, o en el órgano que, para ellos, es el punto de unión más tenaz
entre el Espíritu y el cuerpo.
La potencia de la lucidez sonambúlica no es indefinida.
Hasta el Espíritu completamente libre está limitado en sus facultades y en sus
conocimientos según el grado de perfección que alcanzó, y más aún cuando está
ligado a la materia de la cual sufre la influencia. Esta es la causa de que la
clarividencia sonambúlica no es universal, ni infalible. Menos aún se puede
contar con su infalibilidad cuando se la desvía del objetivo propuesto por la
Naturaleza y cuando se la constituye objeto de curiosidad y de experimentación.
En el estado de desprendimiento en que se encuentra el
Espíritu del sonámbulo, entra más fácilmente en comunicación con los otros
Espíritus, encarnados o no encarnados. Esta comunicación se establece por el
contacto de los fluidos que componen los periespíritus y sirven de conductores
al pensamiento como el hilo eléctrico. El sonámbulo no necesita que su
pensamiento sea articulado por la palabra: lo siente y lo adivina, lo cual le
hace eminentemente impresionable y accesible a las influencias de la atmósfera
moral en que se encuentra. Por esto, un concurso numeroso de espectadores,
sobre todo de curiosos más o menos malévolos, perjudica esencialmente el
desarrollo de sus facultades, que se repliegan, por decirlo así, en sí mismas,
y no se despliegan con completa libertad más que en la intimidad y en un medio
simpático. La presencia de personas malévolas o antipáticas produce en él, el
mismo efecto del contacto de la mano en la sensitiva. (*)
(*) Nota
del traductor: El Autor se refiere a la planta llamada sensitiva, que se cierra
al contacto de la mano.
El sonámbulo ve a la vez su Espíritu y su cuerpo que son,
por decirlo así, dos seres que le representan la doble existencia, espiritual y
corporal, pero que se confunden en los lazos que las unen. No siempre se da
cuenta el sonámbulo de esta situación, esa dualidad hace que hable con
frecuencia de sí mismo como si estuviese hablando de una persona extraña; pues,
tan pronto es el ser corporal que habla al ser espiritual como el ser
espiritual que habla al ser corporal.
El Espíritu adquiere un aumento de conocimientos y de
experiencia en cada una de sus existencias corporales. Los olvida parcialmente
durante su encarnación en una materia demasiado grosera; pero los recuerda como
Espíritu. Por esto ciertos sonámbulos revelan conocimientos superiores a su
grado de instrucción y hasta a su aparente capacidad intelectual. La
inferioridad intelectual y científica del sonámbulo en estado de vigilia no
prejuzga en nada sobre los conocimientos que él pueda revelar en estado de
lucidez. Según las circunstancias y el objetivo que se propuso, puede tomarlos
de su propia experiencia, de la clarividencia de las cosas presentes o de los
consejos que recibe de otros Espíritus. Pero, como su propio Espíritu puede
estar más o menos avanzado, puede decir cosas más o menos justas.
Por los fenómenos del sonambulismo, ya sea natural, ya
magnético, la Providencia nos da la prueba irrecusable de la existencia y de la
independencia del alma, y nos hace asistir al espectáculo sublime de su
emancipación; abriéndonos de este modo el libro de nuestro destino. Cuando el
sonámbulo describe lo que pasa a distancia, es evidente que lo ve, y no con los
ojos del cuerpo; se ve a sí mismo en aquel lugar y se siente transportado para
allá. Hay, pues, allí algo suyo, y no
siendo este algo su cuerpo, no puede ser otra cosa que su alma o Espíritu.
Mientras el hombre se pierde en las sutilezas de una metafísica abstracta e
ininteligible, para investigar las causas de nuestra existencia moral, Dios
coloca diariamente ante sus ojos y en sus manos los más sencillos y patentes
medios para el estudio de la psicología experimental.
El éxtasis es el estado en que la independencia del alma y
del cuerpo se manifiesta de modo más sensible y se hace hasta cierto punto
palpable.
En el sueño y en el sonambulismo el alma vaga por los
mundos terrestres; en el éxtasis penetra en un mundo desconocido, en el de los
Espíritus etéreos, con los cuales se comunica, sin poder, empero, traspasar
ciertos límites que no podría franquear sin romper completamente los lazos que
le unen al cuerpo. Un estado resplandeciente, todo nuevo, la rodea, armonías
desconocidas en la Tierra la arrebatan y la penetra un bienestar indefinible:
disfruta por anticipado de la beatitud celeste, y puede decirse que pone un pie
en el umbral de la eternidad.
En el estado de éxtasis, es casi completo el anonadamiento
del cuerpo, no goza, por decirlo así, más que de la vida orgánica y siente que
el alma no está unida a él sino por un hilo al que un esfuerzo más haría romper
para siempre.
En ese estado todos los pensamientos terrestres desaparecen
para dar lugar al sentimiento purificado que es la esencia misma de nuestro ser
inmaterial. Entregado totalmente a esta sublime contemplación, el extático
considera la vida como una parada momentánea. Los bienes y los males, los
placeres groseros y las miserias de este mundo no son más que incidentes
fútiles de un viaje del cual está feliz de ver su término.
Los extáticos son como los sonámbulos: su lucidez puede ser
más o menos perfecta y su mismo Espíritu es más o menos apto para conocer y
comprender las cosas, según sea más o menos elevado. A veces es en ellos mayor
la exaltación que la lucidez verdadera, o por mejor decir, su exaltación perjudica
a la lucidez y por esto sus revelaciones son con frecuencia una mezcla de
verdades y errores, de cosas sublimes y de cosas absurdas y hasta ridículas.
Los Espíritus inferiores se aprovechan, con frecuencia de esa exaltación, que
siempre es causa de debilidad, cuando no se sabe dominarla para gobernar al
extático, y a este fin toman a sus ojos apariencias que mantienen sus ideas o
prejuicios de cuando despiertos. Este es un escollo, pero no son todos así, y
toca a nosotros juzgar fríamente y pesar sus revelaciones en la balanza de la
razón.
La emancipación del alma se manifiesta a veces en el estado
de vigila y produce el fenómeno designado con el nombre de segunda vista, que
da a los que están dotados de ella la facultad de ver, de oír y de sentir más
allá de los límites de nuestros sentidos. Perciben las cosas ausentes, de todos
los puntos donde el alma extiende su acción y las ven, por decirlo así, a
través de la vista ordinaria y como por una especie de espejismo.
En el momento en que se produce el fenómeno de la doble
vista, el estado físico está sensiblemente modificado, hay algo de vaguedad en
los ojos, miran sin ver y toda la fisonomía refleja una especie de exaltación.
Se constata que los órganos de la vista son extraños al fenómeno; porque la visión
persiste, a pesar de cerrar los ojos.
Esta facultad parece a los que la poseen, tan natural como
la de ver y es para ellos un atributo de su ser que no les parece excepcional.
Sucede lo más comúnmente el olvido a esa lucidez pasajera,
cuyo recuerdo más y más vago, concluye por borrarse como el de un sueño.
La potencia de la segunda vista varía desde la sensación
confusa, hasta la percepción clara y neta de las cosas presentes y ausentes. En
estado rudimentario da a ciertas personas el tacto, la perspicacia y una
especie de seguridad en sus actos, que puede llamarse la precisión del golpe de
vista moral. Más desarrollada, despierta el presentimiento, y más aún, muestra
los acontecimientos realizados o a punto de realizarse.
El sonambulismo natural y artificial, el éxtasis y la
segunda vista no son más que variedades o modificaciones de una misma causa.
Estos fenómenos, de la misma forma que los sueños, están en la Naturaleza y por
esto han existido en todas las épocas; la historia nos muestra que fueron conocidos
y hasta explotados, desde la más remota antigüedad, y en ellos se encuentra la
explicación de una multitud de hechos que los prejuicios han hecho considerar
como sobrenaturales.
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