martes

Salud Cuántica. Por Deepak Chopra



SALUD CUÁNTICA





Veamos el mecanismo de la percepción y cómo creamos lo que llamamos el Universo material. Hay un experimento que Uds. pueden hacer: se ponen unas moscas en un frasco grande con tapa durante varios minutos. Si al cabo de ese tiempo, se quita la tapa, el 99.9% de las moscas no pueden salir del frasco. En base a esta experiencia sensorial inicial, las moscas y su mente-cuerpo, o lo que sea, han estructurado un compromiso consigo mismas de que ése es el límite de su universo. No pueden escapar de él, excepto una o dos de las pioneras que se las arreglan para salir.


En la India se entrenan elefantes. Se hace algo interesante: se toma un elefante bebé y se le ata con una cuerdita a una planta durante varias semanas. Cuando este elefante crece, si se le ata con una cadena a un árbol, puede romper la cadena o arrancar el árbol, pero si se le ata a una planta con una cuerdita similar a la original, no podrá escapar. Cumple el compromiso con su cuerpo-mente, esa es su prisión. Este fenómeno se conoce entre los psicólogos como "compromiso cognoscitivo prematuro". Es un compromiso que hacemos con nuestro cuerpo-mente que finalmente estructura nuestra realidad.


El sistema nervioso se desarrolla como respuesta a los estímulos nerviosos. Eso crea una cierta percepción del mundo y esa percepción del mundo estructura un sistema de creencias. Luego el sistema nervioso tiene una sola función: reforzar el sistema de creencias. De manera que el dicho "ver para creer" es al revés: "creer para ver". De aquí que si no se cree en algo, no se le ve y no se le oye, no se le puede tocar, gustar, ni oler. Por ejemplo, el ojo humano puede ver entre 3.70 y 7.90 billonésimas del espectro. Esto se puede entender, pero normalmente sólo puede ver dentro de esos límites. Todo lo que sobrepase estas longitudes de onda, no existe para nosotros. Hay instrumentos o aparatos científicos que extienden esos límites, pero sólo un poco. Lo que percibimos no es exactamente la realidad. No es el aspecto real del mundo.


Es literalmente nuestra manera de mirarlo. Las diferentes especies (de animales) lo ven diferente. Si uno pasea con su perro, verá que huele un universo completamente diferente al nuestro, oye lo que uno no puede oír. Sir John Eccles, fisiólogo británico actualmente australiano, quien también ganó el Premio Nobel, dijo: No existen colores en el mundo real, no hay textura en el mundo real, ni olores, ni belleza, ni fealdad. Son todas realidades perceptuales, estructuradas en nuestra propia consciencia. Lo creamos todo mediante nuestra interacción. Es un hecho que el Universo está compuesto por campos de fuerza y campos de materia que provienen de un sólo campo unificado. Hoy, los científicos afirman que todo lo que uno percibe proviene de cuatro fuerzas básicas del universo: la gravedad (la gravitación universal), que hace que gire el mundo, mantiene unido al planeta; la electricidad que produce el calor, la luz, etc.; el magnetismo que hace que funcione la pantalla de televisión y todas las demás cosas de nuestra tecnología moderna; y la gran fuerza que mantiene unido el núcleo del átomo, es una fuerza muy grande y por eso da la impresión de que en verdad existe la materia. Los científicos sostienen que estas fuerzas provienen de una única fuerza fundamental dentro de la naturaleza, denominada "campo unificado".


Y nosotros también somos parte de ello, porque es todo lo que hay. El espacio, el tiempo, todo lo que llamamos el universo material, se encuentra estructurado como resultado de la fragmentación y expresión de estas fuerzas naturales. Como científicos, denominamos a este proceso "fragmentación simétrica" y su expresión es lo que denominamos "objetos materiales", separados unos de otros en espacio y tiempo. Pero en realidad, lo que experimentamos como materia es algo que sólo sucede en la consciencia.


Todo el mundo exterior se compone simplemente de campos energéticos y estos campos energéticos son, en realidad, un sólo campo. El espacio y el tiempo también son parte de este campo energético. De alguna manera este campo se fragmenta mediante la percepción. Podemos convertir ese campo energético en experiencia de sonido, gusto, forma, color, etc. Sólo es así dentro de nuestra mente. Sin embargo, la base científica de la Medicina de hoy es una superstición. Y esta superstición es que todo el mundo está compuesto por materia y que los cuerpos humanos también son materiales, y que el universo está compuesto de objetos separados que se relacionan en el espacio y el tiempo.


La superstición del materialismo es, literalmente, la causa de nuestra lógica en la medicina occidental y en lo que podríamos llamar, medicina contemporánea. Toda la lógica de la medicina contemporánea se basa en esta superstición de que solamente somos máquinas físicas que han aprendido a pensar. Podríamos decir, que nuestra medicina contemporánea ve el cuerpo como una escultura congelada. Si uno no puede digerir todo lo que comió, simplemente toma un Alkaseltzer y se "soluciona" el problema. Si no puede dormir de noche, se toma una pastilla para dormir. Y así con todas estas píldoras mágicas que tenemos. ¿Está ansioso? Tómese un tranquilizante. Se supone que le dará tranquilidad. Si tiene una infección, tome un antibiótico. Si tiene cáncer dese quimioterapia, radiación. Si tiene dolor en el pecho, tome nitroglicerina, o mejor aún, hágase una operación de "bypass". Y así, sucesivamente. Hoy, todavía estamos buscando todo tipo de pastillas mágicas.


El hecho es que existe una gran desilusión, incluso dentro de la profesión médica, con respecto a este enfoque porque simplemente no funciona. Es un enfoque sintomatológico que no llega a la causa básica de la enfermedad, enmascara los síntomas de las enfermedades con tranquilizantes y pastillas para dormir. Las prescripciones médicas resultan ser la causa No. 1 de drogadicción en el mundo.


La Asociación Médica de California acaba de completar un estudio, subsidiado por una entidad de seguros de salud, que demuestra más allá de toda duda, de que en este país ocurren 80 000 muertes por año a causa de infecciones adquiridas en los hospitales, como resultado de organismos resistentes a los antibióticos. Y aún en cáncer, donde creemos que estamos haciendo grandes adelantos, si observamos las últimas décadas, en los últimos 40 años encontraremos que la mortalidad (por edades) atribuible al cáncer, no ha cambiado ni siquiera el 1%, sino que más bien ha aumentado. Se sabe que algunos tipos de cáncer son curables, por ejemplo el Hodgkins y otros. Y aún así, la comunidad médica que se ocupa de la inmunología teme que en el futuro la causa más frecuente de cáncer sea su mismo tratamiento, porque utilizamos drogas tan poderosas que equivalen literalmente a una guerra nuclear dentro de nuestro cuerpo que destruye el sistema inmunológico y nos hace más susceptibles a otros tipos de infecciones y a otros tipos de cáncer más terribles.


Si Uds. pudieran ver el cuerpo físico, desde el punto de vista de un investigador de la física cuántica, se darían cuenta que está compuesto por átomos y que los átomos están dispuestos a través de espacios vacíos, apareciendo, desintegrándose, desapareciendo constantemente. Estas partículas no son objetos materiales, aunque parezcan serlo; en realidad, son fluctuaciones de energía en el campo energético.



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domingo

GRAN CORAZON HUMANO









El Verdadero Corazón es ......es el imán que genera nuestro campo magnético.


El campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo (5.000 veces más intenso que el del cerebro),que cambia según el estado emocional. Desde el imán del Corazón, se genera el toroide magnético por el cual emitimos e interactuamos con el entorno.


En el esquema se ven los dos polos de un imán y sus líneas de fuerza, comparadas con la pulsación del bombeo de las aurículas y ventrículos, los polos del corazón.





A un corazón constreñido por una vuelta de espinas clavadas y que sangra atravesado por una espada, le corresponde un campo magnético débil, irregular y limitado. Lo que llamamos fuerza vital, es el magnetismo que irradia de nuestro corazón y cuanto más abierto, más entrenado en sentir y emitir, mayor será su potencia. Y cuanto más constreñido y martirizado, menor.


El miedo, el estrés, la ansiedad, la culpabilidad, son emociones que desequilibran este campo magnético y que por tanto nos afectan a nosotros y a quien esté en el radio de acción de nuestro campo.


El ser humano y su campo magnético en forma de toroide con origen en el corazón.




...es el "Interconector" entre ,cuerpo-mente-ego, y espíritu-Fuente-Amor Incondicional


El corazón puede generar y captar amor y "comunicarlo" al cerebro y a las glándulas del cuerpo. Con esta información, matizada por los sentimientos, las glándulas actúan en consecuencia en sus respectivas funciones, por ejemplo segregando oxitocina, la llamada "molécula del amor". La oxitocina es una hormona liberada por la glándula pituitaria, con probados efectos sanadores y responsable de la sensación de bienestar. Se libera en las relaciones sexuales y en toda interacción con una persona amada, con abrazos, caricias o cualquier intercambio afectivo.


Se le llama también el "Músculo del Amor", porque puede convertir un sentimiento de amor, una caricia, un abrazo, en química. Es decir, que el corazón puede usarse para convertir sentimientos a materia orgánica. Por tanto, no olviden acudir cada día al gimnasio a ejercitar este músculo, porque cuanto más fuerte sintamos este amor por nosotros mismos, más capaces seremos de amar a los demás y de "influir" positivamente con nuestro magnetismo en las circunstancias vitales que nos toque vivir.


Por otro lado, recientes investigaciones científicas sugieren que la conciencia emerge del cerebro y del corazón actuando juntos.



...es un segundo cerebro


Se ha descubierto que el corazón es un desarrollado sistema nervioso independiente con más de 40.000 neuronas y una compleja red de neurotransmisores y células de apoyo. Gracias a esos circuitos tan elaborados, el corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro, y con anticipación. Es más, puede aprender y recordar en continua comunicación con el cerebro, al que le unen cuatro tipos de conexiones diferentes.


El corazón es el único órgano del cuerpo que envía más información al cerebro de la que recibe y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro según las circunstancias. Puede activar en el cerebro centros superiores de percepción nuevos que interpreten la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas, sin pasar por el filtro de nuestra mente y sus recuerdos, miedos y culpabilidades. Por tanto, el conocimiento que permite el cerebro del corazón es una percepción bastante más exacta de la realidad.


El cerebro del corazón procesa la información antes que al cerebro, y al comunicarse con él, matiza la manera en que éste la va a va a procesar. Según sea la información que el corazón envía a su colega el cerebro (miedo, angustia, ira o paz, amor, ternura, etc.) éste "producirá" unos pensamientos u otros. Dicho de otra manera: el corazón gestiona sentimientos que, a su vez, al ser procesados por el cerebro (mente y ego) y filtrados por nuestra historia personal, nuestras pautas y condicionamientos, etc. se convierten en emociones, negativas o positivas.








La Inteligencia Emocional y la Inteligencia interpersonal o empatía son responsabilidad del corazón y surgen del trabajo en equipo de nuestros dos cerebros. 


...es un sexto sentido


Este maravilloso órgano tiene a su cargo una serie de funciones que constituyen un verdadero sexto sentido.


Funciones tan poco conocidas y usadas por los humanos que incluso la Wikipedia los titula como "Sentidos no humanos", como la Electrorecepción y la Magnetorecepción, la capacidad de detectar campos eléctricos y magnéticos respectivamente.


Así como los ojos transmiten información al cerebro, que este procesará y transformará en información consciente, el corazón hace lo propio. El cerebro procesa los datos que le envía el corazón y los incorpora al generar los pensamientos, por tanto éstos están determinados por el "sentir" que el corazón anticipadamente ha captado.


Ver, oír, gustar … y SENTIR ¡ ...es el guardián de la armonía


Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de armonía biológica. Células presentes en el propio corazón segregan la hormona ANF -Factor Natriurético Atrial- que asegura la homeóstasis, es decir el equilibrio general del cuerpo.


Cuando el corazón genera o siente sentimientos como gratitud, aprecio, cariño, AMOR, es capaz de convertirlos en bienestar físico y salud.


Vistas todas las capacidades, y las que nos hayamos olvidado aún, queda claro que el "Músculo del Amor" está más infrautilizado que el subclavio, un pequeño músculo situado bajo el hombro que cuando caminábamos a cuatro patas nos era muy útil, pero ahora no nos sirve para nada. Los tiempos han cambiado y nosotros deberíamos plantearnos cambiar también.


El corazón nos ofrece un peldaño más en la evolución humana... ¿Quién quiere subir?



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http://www.soysanador.com/archivos/fatima-la-trampa-del-corazon-rojo-parte3.html#.U10-3VV_v74






EL CEREBRO ABDOMINAL







 

El sistema digestivo se compone de órganos primarios que forman un tracto o canal, y de órganos accesorios. Cumple la función de proveer al organismo un suministro continuo de agua, electrolitos y elementos nutritivos: conduce la comida a lo largo del tubo digestivo mediante movimientos ondulatorios (onda peristáltica), segrega jugos digestivos, digiere los alimentos, absorbe los productos digeridos, los transporta hasta el sistema circulatorio y finalmente, expulsa los desechos.


Los órganos primarios que componen este sistema son: esófago, estómago, intestino delgado, e intestino grueso. El hígado, la vesícula biliar y el páncreas son los órganos accesorios. Desde el punto de vista de Body-Mind Centering®, las vísceras que forman el tracto digestivo son una columna blanda, anterior a la columna vertebral, que va desde la boca hasta el orificio anal, que da un soporte orgánico importante al eje vertical del cuerpo en sus movimientos en los distintos planos espaciales, y al movimiento en los patrones pre-espinal, oral y espinal(1). A su vez, cada uno de los órganos, individualmente o en conjunto, puede ser utilizado para la alineación y la reorganización de la postura.


El sistema digestivo en general está asociado a la transformación de pensamientos y de ideas, al hecho de tomar aquello que nos nutre y de expulsar lo que es tóxico, al procesamiento y asimilación de información y sentimientos, a la toma de decisiones, a la acción, y a la conexión con lo substancial y con la tierra.


Cada uno de los órganos que lo componen tiene una función diferenciada, e individualmente nos brindan diferentes experiencias de integración psicofísica:


La boca es la primera porción del tubo digestivo. Realiza la masticación, la insalivación, interviene en la emisión de la voz y contiene la lengua, donde se encuentran las células sensoriales del gusto. Este es un órgano de comunicación con el exterior, con lo que nos permitimos aceptar o rechazar.


El esófago conecta la faringe con el estómago y es un elemento clave para la reorganización del cuello y la relación cráneo / cervicales. Es un espacio de transición entre el mundo externo y el mundo interior del estómago, un lugar para reconsiderar las decisiones antes de comprometerse totalmente.





El estómago es una porción dilatada del tubo digestivo. Almacena transitoriamente los alimentos ingeridos, para transportarlos posteriormente en cantidades más pequeñas al intestino para su digestión. Esto permite cubrir nuestras necesidades alimenticias con un reducido número de comidas principales (si no tuviéramos estómago, el aporte de alimentos debería distribuirse en muchas tomas en pequeñas cantidades). El estómago no solamente funciona como reservorio de alimentos: también los desinfecta a través del ácido clorhídrico que segrega, que neutraliza las bacterias existentes en lo que comemos. Desde el punto de vista de la integración psicofísica, nos conecta con el deseo, la necesidad de aceptación, la capacidad de transformar grandes unidades en pequeñas partículas para su mejor asimilación.


El intestino delgado disocia los nutrientes que llegan a él transformándolos en moléculas reabsorbibles con la ayuda de enzimas generadas por la pared intestinal, el páncreas y el hígado. También reabsorbe y transporta sustancias: los lípidos, por vía linfática hacia el conducto toráxico, todas las demás, por vía sanguínea hacia el hígado. Este es un órgano de absorción, manifiesta la capacidad para asimilar lo que hemos absorbido, para recibir lo que necesitamos y separar lo que es importante de lo que no lo es.


El intestino grueso y el recto son la última porción del tubo digestivo. El intestino delgado digiere y reabsorbe los alimentos ingeridos tan a fondo que deja poco trabajo para el intestino grueso. La función de éste último es básicamente la absorción de agua y sales, y la eliminación por el ano, en forma de heces, del producto restante. Manifiesta la capacidad para tomar una resolución, para eliminar lo que no necesitamos, para abrirnos o cerrarnos al mundo.






El hígado es el laboratorio central del cuerpo. Es la glándula más grande, y en general también el órgano de mayor tamaño. Cumple la función de almacenar y liberar proteínas, carbohidratos, lípidos, hierro y algunas vitaminas, de procesar y detoxificar muchas sustancias peligrosas para el organismo Produce urea y bilis. A nivel psicofísico nos conecta con el poder, la estabilidad, la capacidad de desintoxicar, de procesar emociones.


La vesícula biliar es una bolsa que sirve de reservorio para la bilis formada en el hígado. La bilis contiene ácidos biliares que emulsionan los lípidos en el intestino, colaborando en la digestión. Manifiesta la energía de reserva disponible para las pequeñas acciones cotidianas.






El páncreas combina dos órganos con funciones muy diferentes: una glándula digestiva (porción exocrina) y una glándula de secreción interna (porción endocrina). Es el órgano que modula la dulzura, el deseo, las aspiraciones.


Como el resto de los órganos del cuerpo, el aparato digestivo está bajo el control del Sistema Nervioso Autónomo (SNA). Pero a diferencia de otras vísceras, éste posee un sistema propio de regulación. Las últimas investigaciones en neurogastroenterología nos dicen que este mecanismo hace algo más que regular y supervisar los complejos procesos digestivos. Los plexos nerviosos del Sistema Nervioso Entérico (SNE), como el cerebro, producen sustancias que influyen en nuestro estado de ánimo.


Esto no debería sorprendernos, ya que si hacemos referencia a la sabiduría popular, en las culturas antiguas y modernas se ha tenido la conciencia de que nuestro aparato gastrointestinal es capaz de experimentar emociones. “Se me hace un nudo en el estómago”, “no lo trago”, “como una patada al hígado”, son sólo alguna de las referencias “digestivas” que utilizamos habitualmente. Un cosquilleo en la panza ante una buena noticia o la sensación de “mariposas en el estómago” ante la vista de la persona amada son la otra cara de la moneda.


El segundo cerebro


El Sistema Nervioso Entérico es la red nerviosa local del sistema digestivo, alojada en las capas de tejido que forman el esófago, el estómago, el intestino y el colon. Es una red primitiva, pero a la vez compleja. Si tenemos en cuenta que solamente en el intestino delgado existen más de 100 millones de células nerviosas, que es aproximadamente el mismo número de células que forman la médula espinal, el número total de células del SNE supera ampliamente a las contenidas en la médula.


En la evolución filogenética, el tubo digestivo (con su habilidad para ingerir, masticar, digerir, asimilar y excretar sustancias) y un sistema nervioso rudimentario aparecen en primitivos animales tubulares que vivían adheridos a las rocas, desde donde esperaban que la comida pasara cerca de ellos para alimentarse. Con la evolución, los animales necesitaron de un cerebro más complejo para asegurarse la comida y la reproducción, y desarrollaron un sistema nervioso central. Sin embargo, el sistema nervioso visceral siguió siendo necesario para que las crías pudieran alimentarse desde el momento del nacimiento, y la naturaleza decidió que era más práctico dejarlo dentro del tracto digestivo que trasladarlo a la cabeza. En animales superiores, el SNE es un circuito independiente conectado al SNC, pero que puede funcionar independientemente, sin seguir las instrucciones del “cerebro superior”. En el cuerpo humano, esta conexión entre ambos sistemas se realiza a través del nervio vago (X par craneal), el nervio más largo del Sistema Nervioso Parasimpático.


Embriológicamente, tanto el SNC como el SNE se desarrollan de una porción de tejido denominada cresta neural. Esto ocurre muy temprano en el desarrollo del embrión, y sólo tiempo más tarde ambos sistemas son conectados a través del nervio vago. Aunque embriológicamente podemos decir que ambos sistemas se desarrollan al mismo tiempo, filogenéticamente hablando, como vimos, el cerebro visceral aparece mucho antes, y está más relacionado con nuestro cerebro reptil y con el sentido básico de supervivencia que con la corteza cerebral que dirige y controla todos nuestros actos como seres civilizados.





El cerebro entérico recibe en todo momento información desde la cabeza, pero nadie le dicta cómo debe trabajar. Es más, el flujo de mensajes desde el vientre a la cabeza supera con creces las órdenes que llegan del cerebro al tubo digestivo. Estudios recientes indican que el 90% de las fibras del nervio vago son aferentes, es decir que trasmiten señales en dirección a la cabeza. Esto hace que el mismo funcione básicamente como una vía de información desde el tracto digestivo al cerebro, donde esa información se integra con la proveniente de otras áreas del cuerpo. Las fibras que van del cerebro al vientre a su vez informan de la relación con el resto de las funciones corporales, lo que hace del sistema nervioso entérico un lugar independiente de integración y procesamiento, un segundo cerebro. “El sistema nervioso entérico jamás compondrá silogismo, escribirá poesía o abordará el diálogo Socrático, pero a pesar de ello es un cerebro”, dice el Dr. Michael Gershon jefe del Departamento de Anatomía y Biología Celular de la Universidad de Columbia, Nueva York en su libro The Second Brain.


A medida que descendemos por el tubo digestivo, el SNC cede control a su contra parte abdominal. Desde la boca hasta la mitad del esófago, predomina el control del cerebro. La primera manifestación de la mente entérica se hace notar en los movimientos peristálticos de la parte inferior del esófago. El cerebro vuelve a tomar el control en el cardias (el esfínter que permite el paso de los alimentos hacia el estómago), donde tiene una influencia importante, ya que el vago se encarga de mantenerlo informado de lo que pasa en el abdomen, aunque el entérico puede retomar las riendas en cualquier momento. El auténtico reinado del segundo cerebro comienza en el píloro (el esfínter de salida del estómago), y se extiende a lo largo del intestino delgado, la región dedicada a la absorción de los nutrientes. En el tramo final del aparato digestivo, el SNC vuelve a mostrar su dominio, ya que el control del colon y el ano es voluntario.


Las células nerviosas del SNE se encuentran dispersas en tres plexos llamados mientérico, submucoso y mucoso. El plexo mientérico o de Auerbach inerva las dos capas musculares del sistema digestivo, y se encarga del control de los movimientos del mismo. La capa externa está formada por músculos longitudinales que impulsan la comida desde la boca al ano. Músculos circulares forman la capa interna, que presiona la comida a medida que transita por el tracto. Para que el ritmo sea suave y armónico, debe haber coordinación entre las dos capas, comenzando por la contracción de la musculatura circular que presiona el bolo alimenticio, seguida por la contracción de la capa longitudinal, que ayuda a transportarla. Si ocurre lo contrario, se produce una interrupción en el ritmo: una respuesta si – no – si, que interfiere en el tránsito del alimento.


El plexo submucoso o de Meissner se localiza en la submucosa, e inerva la musculatura de la mucosa, donde se encuentra el plexo mucoso. Ambos controlan la secreción de las glándulas digestivas, la lubricación del tracto, el flujo sanguíneo y los reflejos del epitelio (la “piel” del tubo digestivo) que entra en contacto con las substancias ingeridas.


Los plexos del SNE contienen las mismas células que encontramos en el sistema nervioso, y sensores que monitorean el progreso de la digestión. Un rico circuito intrínseco de neuronas sensitivas, motoras e interneuronas conecta los diferentes niveles del intestino y coordina la actividad a lo largo de su recorrido. Se han identificado más de treinta sustancias liberadas por las terminaciones nerviosas de los distintos tipos de neuronas gastrointestinales, entre ellas neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, diferentes opiáceos que modulan el dolor, y benzodiazepinas, compuestos químicos con el mismo efecto tranquilizante que ciertos medicamentos. ”El Sistema Nervioso Entérico es un vasto almacén químico en el que están representadas todas y cada una de las clases de neurotransmisores que operan en nuestro cerebro”, dice el profesor Gershon, Y agrega: “La multiplicidad de neurotransmisores en los intestinos sugiere que el lenguaje hablado por las células del sistema nervioso abdominal es tan rico y complejo como el del cerebro”.


Hay también similitudes entre ambos sistemas relacionadas con el efecto del sueño sobre el tracto digestivo. Durante la noche, al cesar los procesos digestivos, el SNE produce ondas lentas de contracciones musculares suaves en ciclos similares a los que el cerebro produce durante el sueño. Se ha comprobado que pacientes con problemas digestivos tienen también anomalías en el movimiento rápido de los ojos, coincidente con el período donde se producen los sueños. Esto apoya la creencia popular que dice que la indigestión trae pesadillas.


El hecho de que el sistema entérico trabaje por cuenta propia hace que los científicos estén considerando la posibilidad de que también pueda memorizar ciertas emociones, sufrir de estrés y tener neurosis propias. El New York Times publicó en 1998 un artículo mencionando la existencia de un “cerebro oculto en el abdomen capaz de producir calambres, mariposas y valium”. Para los que estudiamos y trabajamos con la intricada relación cuerpo-mente, esto no es una sorpresa.


El estudio de los vínculos entre ambos sistemas permite comprender el origen de ciertas patologías gástricas y psíquicas, y el por qué los medicamentos destinados a tratar trastornos mentales afectan a los intestinos, y viceversa. Por ejemplo, algunos antidepresivos pueden provocar trastornos digestivos, ya que actúan aumentando la concentración de serotonina, lo que puede desajustar el reflejo peristáltico, desencadenando problemas de estreñimiento o de diarrea.


Como la piel, las mucosas del sistema digestivo limitan al organismo frente al mundo, ya que los contenidos del tracto son, de alguna manera, parte del mundo externo. En función de ello, estas mucosas cumplen funciones de protección, de absorción, de secreción, de transporte de sustancias y de defensa. Dicho de otra manera, nos protegen, nos permiten asimilar, entregar, acompañar y defendernos, de acuerdo a las circunstancias. A lo largo del recorrido del tracto encontramos válvulas o esfínteres que se abren o se cierran para el paso de aquello que nos nutre o nos perjudica. Aunque la boca no es considerada tradicionalmente un esfínter, es la abertura superior del tubo, y podemos considerarla como un órgano primario para la toma de decisiones: negar – cerrar – parar, o bien: aceptar – abrir – avanzar.


Michael Gershon dice: “Cuando nuestros predecesores emergieron del cieno y adquirieron una espina dorsal, desarrollaron un cerebro en la cabeza y un estómago con una mente propia. El cerebro principal delegó las funciones digestivas a un segundo cerebro, para así dedicarse en cuerpo y alma a otros menesteres, como la caza, la huida ante posibles enemigos y la búsqueda de pareja”,


Hemos recorrido un camino bastante extenso y sembrado de desafíos y dificultades desde la época de esos predecesores. Actualmente podríamos decir que las exigencias de la cotidianeidad nos obligan a controlar rigurosamente nuestros actos desde este control central situado en el interior de la cabeza, al que hemos convertido en dueño total de nuestro cuerpo: a través de él tomamos decisiones y nos enfrentamos a la rutina diaria. Excediéndose en las funciones para la cual fue creado, el cerebro nos dicta no sólo cuándo y como debemos actuar, sino cuándo y cómo debemos comer o no comer, dormir o mantenernos despiertos, detenernos o no para atender a nuestras necesidades básicas, etc.


El cerebro abdominal nos conecta con nuestra intuición, con el sentido elemental de confort / incomodidad, seguridad / vulnerabilidad, tranquilidad / agitación que tenemos, nos informa sobre nuestro estado básico, y nos alerta del peligro. Prestarle atención y coordinar las sensaciones que nos llegan de él con los pensamientos que elaboramos en el cerebro nos permite lograr un equilibrio entre la razón y la intuición.
Silvia Mamana




Notas:
1. El patrón pre-espinal es el movimiento iniciado desde las dos columnas blandas del cuerpo, que se desarrollan paralelas al eje axial de la columna ósea. Estas dos columnas son el tracto digestivo y el Sistema Nervioso Central (cerebro y médula). El patrón oral es el movimiento iniciado desde la boca, considerada como extremidad con la capacidad de proyectarse y alcanzar. El patrón espinal es el movimiento iniciado desde la columna vertebral. Cada uno de estos patrones o tipos de movimiento tiene el sustento de aquellos que se desarrollaron ontogenéticamente con anterioridad.



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